Sara disfruta al máximo de su profesión “desde que me pongo las botas y piso el campo se me pasan las horas y no me doy cuenta”, aunque si tiene que elegir su momento preferido es sin duda la vendimia.
C.R./ Enrique Palomo
Para Sara Estébanez sus inicios en la agricultura empezaron como un juego de niños, “acompañando a mi padre al campo en la vendimia, entreteniendo y jugando con los vendimiadores”. Lo que empezó como una diversión, con el paso del tiempo se convirtió en profesión. Esta viticultora de la Seca (Valladolid) se fue enganchando poco a poco, aprendiendo el oficio de su padre y su tío. “Al fallecer mi padre, comprendí que tenía que luchar por todo aquello había conseguido mi familia y sacar todo adelante, costara lo que costara”.
Sara disfruta al máximo de su profesión “desde que me pongo las botas y piso el campo se me pasan las horas y no me doy cuenta”, aunque si tiene que elegir su momento preferido es sin duda la vendimia. “Tengo preciosos recuerdos de ella, aunque ahora sea totalmente distinta ya que es totalmente mecanizada”.
Para esta agricultora, que también cultiva cereal y pistachos, el mayor problema en su zona es la cantidad de plantación de viñedo que aumenta indiscriminadamente. “Si no ponemos medida y no se vende todo el vino que saldrá de estas nuevas plantaciones, puede que en el futuro saturemos el mercado”. Aunque para ella, es positivo la llegada de nuevas bodegas a Rueda por la publicidad que aporta, el número de empleos que genera y el impulso a la exportación que conlleva”.
Miembro de la nueva directiva de ASAJA-Valladolid, afronta el futuro con optimismo y valentía. “Nuestro primer objetivo “es saber escuchar y ser lo más cercano posible tanto a los agricultores como a los ganaderos. Este nuevo equipo se ha propuesto “que todos sepan que vamos a estar ahí, luchando con ellos codo con codo y que no se sientan solos en ni un solo momento”.