“Me gusta el campo, pero entonces era una profesión difícil y ahora también lo es, aunque de otra manera. Ahora tenemos mejor maquinaria, las labores se acaban antes y labramos menos la tierra, pero antes, con menos hectáreas podías vivir”, dice.
C.R./ S. Arnuncio
Con su padre enfermo, Misael tuvo que ocuparse desde muy joven de la explotación familiar ubicada en Villalumbroso, en Tierra de Campos y dedicada al cereal. Con la ayuda a la primera instalación compró un tractor, y casi 20 años después ha logrado duplicar la dimensión, que lleva junto con su hermano Manuel.
Pero el trayecto no ha sido fácil. “Me gusta el campo, pero entonces era una profesión difícil y ahora también lo es, aunque de otra manera. Ahora tenemos mejor maquinaria, las labores se acaban antes y labramos menos la tierra, pero antes, con menos hectáreas podías vivir”, dice. “Lo peor de este trabajo es que tienes que hacer inversiones grandes, pero si viene un año malo no sacas ni para los gastos, como pasó en el 92”.
La fuerte subida del gasóleo y los fertilizantes es lo que está machacando al sector, lamenta Misael. Casado y con un hijo pequeño, no está seguro de desear un futuro en el campo para su pequeño. “En el medio rural no tenemos las mismas oportunidades que en la ciudad, sobre todo por los estudios de los chavales, y nos tenemos que desplazar para todo”.
A pesar de ello, no se arrepiente de haber elegido esta profesión y sabe valorar la calidad de vida que tiene en su pueblo. “Los amigos que se dedican a otras cosas me dicen que vivo muy bien, pero yo les recuerdo que en verano no paramos desde las 7 de la mañana hasta las 12 de la noche”. Su deseo es que siga estable el precio del cereal, que se frene la subida del de los medios de producción y que termine la sequía que tanto temor provoca entre agricultores y ganaderos.