María Elena ha hecho justo lo que dicen que las jóvenes de hoy no quieren hacer, alejarse de las luces de la ciudad y marchar a vivir a un pueblo.
María Elena ha hecho justo lo que dicen que las jóvenes de hoy no quieren hacer, alejarse de las luces de la ciudad y marchar a vivir a un pueblo. Bueno, ni siquiera a un pueblo, sino a una hermosa casa que en tiempos fue parada de postas y que está a tiro de piedra del puerto de Piedras Luengas, en el pueblecito de El Campo, donde Palencia limita con tierras cántabras. Nació hace 31 años en la vecina Cervera de Pisuerga, en una familia de ganaderos. Como tantas jóvenes, se fue fuera, a Valladolid, a estudiar Trabajo Social. Pero ella volvió, y eso es una excepción. Desde hace pocos años es titular de una explotación de vacuno extensivo. Tiene el apoyo de su marido, y también de un peón que es como de la familia.
La pareja apostó fuerte para conseguir una ganadería de calidad, y eso exigió inversiones importantes: “Me acuerdo de todo lo que compramos pensando en los créditos que están pendientes”, dice. Han trabajado de firme, aunque la suerte no les ha acompañado demasiado. Al poco tiempo de instalarse, surgió el problema de la brucelosis en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica. Han necesitado casi tres años para remontar, sacrificando animales, vacunando en la recría, y renunciando temporalmente a seguir la línea genética que se habían propuesto, la pardo alpina. “Después de nueve, el último saneamiento ha sido negativo”, dice, y ese resultado es la mejor lotería para un ganadero.
Es muy joven, y no deja de hacer proyectos. Tal vez comenzar a cebar, si amplían la nave, o diversificar la actividad abriendo algo relacionado con el turismo rural. Quién sabe. La zona es preciosa, y las ideas no le faltan. Ni voluntad: cuando hay que mover algo, María Elena es la primera, sea para reclamar la presencia del pediatra en la comarca, o para que el bibliobús pare más veces en el pueblo. No puede –ni quiere– caer en la apatía o el conformismo: además de ganadera, es madre de dos niñas, y se merecen un mundo un poquito mejor.