Hasta los 18 años, Mari Jose no había visto en su vida un tractor de cerca. Pero se echó novio agricultor, dejó atrás el lugar donde creció, el País Vasco, y se asentó junto a su marido en Urdiales del Páramo (León). Toda su agricultura es de regadío, y combina cereal, maíz y remolacha.
CAMPO REGIONAL / Redacción
Hasta los 18 años, Mari Jose no había visto en su vida un tractor de cerca. Pero se echó novio agricultor, dejó atrás el lugar donde creció, el País Vasco, y se asentó junto a su marido en Urdiales del Páramo (León). “Al principio –recuerda– pensaba que el campo no era para mí; pero ahora no sólo me gusta, es que lo vivo”. Poco a poco fue aprendiendo, de mano de su marido, las labores propias de la agricultura de regadío, con idea de poder echarle una mano en cosas puntuales, como tantas mujeres de su zona; pero, con el tiempo, por circunstancias familiares, tuvo que hacerse cargo de la explotación de la que es titular hace ya 17 años. Un tiempo en el que, como dice, “no he dejado de aprender; aprendes de lo que ves, de lo que oyes, pero sobre todo de la experiencia. Y un agricultor no puede dejar de aprender, porque si no poco a poco te vas abandonando, y eso se nota en cómo funciona tu explotación”, dice.
Toda su agricultura es de regadío, y combina cereal, maíz y remolacha, a la que sigue fiel, a pesar de los envites. “Este año no he podido poner más porque el tiempo me ha impedido sembrar a tiempo. Hay gente que se ha lanzado al cereal por el precio y porque da menos trabajo; pero me acuerdo bien de cuando el cereal valía 22 pesetas, y, como se dice, puede volver a darse la vuelta a la tortilla”.
Aunque la inmensa mayoría de sus compañeros de profesión son hombres, “me siento una más y muy cómoda hablando con ellos de lo que más me importa, la agricultura. Y si las tareas no me lo impiden, me gusta ir a reuniones y jornadas profesionales, para estar informada”. De hecho, participa activamente en ASAJA-León, formando parte del Comité Ejecutivo de la organización.