Un grupo de coleccionistas muestra sus piezas en una exposición de miniaturas de maquinaria agrícola, una afición cada vez más popular.
CAMPO REGIONAL / Teresa Sanz Nieto
Como tantos hijos de agricultores y ganaderos, Álvaro casi no recuerda cuándo fue la primera vez que subió por primera vez al tractor con su padre. Niños que de apenas tres años, que casi no había dejado el pañal y ya sabían lo mucho que les gustaba subirse en esas máquinas que adivinaban enormes y poderosas. “Al principio tenía el típico tractor de plástico, con el que jugaba en la arena a cargar y descargar; y luego, con 7 años, mi regalaron mi primer tractor de colección”, cuenta. Fue el primero de una colección de cerca de sesenta modelos que hoy, cumplidos los 16 años, tiene Álvaro. “Poco a poco fue creciendo, mi familia veía que me gustaban tanto que me responsabilizaba y los cuidaba, así que llegaban más tractores con los cumpleaños, los Reyes, las propinas…”. Primero eran de escala 1/16, de plástico, más cómodos para jugar; luego de hierro, de escala 1/32, réplicas prácticamente exactas, hasta con cuentakilómetros y cristales.
Álvaro, como la mayor parte de los aficionados a este tipo de miniaturas, no sólo aspira a tener en sus estanterías modelos excelentes; con frecuencia en lo que más disfruta es en “tunear” la maquinaria para hacer una réplica diminuta de la que tiene su familia, poniendo enganches, pintándola, cambiando la numeración, etc.
No está solo Álvaro en su afición. En San Millán de los Caballeros, pueblo de origen de su familia, hay unos cuantos forofos de la maquinaria a escala, algunos unos años más mayores que él e incluso un par de ellos de menos de diez años. Todos ellos han aportado sus mejores piezas para mostrarlas en un diorama de 20 metros cuadrados que se pudo ver en la reciente Feria de Febrero de Valencia de Don Juan. Cosechadoras, sembradoras, empacadoras, aplicadores de fitosanitarios, maquinaria de siembra directa, esparcidores de estiércol, hileradores, remolques, plataformas y un montón de tractores, todos ellos “en plena faena”, en un paisaje bien recreado con surcos bien trazados, laderas, naves, pacas, árboles y ganado. “A la mayoría de la gente lo que le gusta es tener su propia maquinaria en pequeño”, comenta otro de los aficionados, Miguel Ujidos. Aunque él trabaja fuera del sector, su familia sí fue agricultura, y dedica parte de su presupuesto a ampliar su colección. Como el resto de compañeros, al principio compraban a tiendas españolas pero, con Internet, hoy es más fácil y “casi más barato comprar a otros países, como Francia, donde hay una afición exagerada a este tema, hacen ferias con pabellones enteros de miniaturas, una gozada”, comenta Miguel.
¿Y cuánto cuestan estas pequeñas piezas? Si te metes en un portal de subastas como E-Bay, puedes encontrar maquinitas por las que se llega ofrecer por encima de 200 euros, “muy detalladas y bonitas, o descatalogadas. Pedro no hace falta gastarse miles de euros, puedes comprar una de 20 euros y disfrutar igualmente”, explica.
Porque la diversión no es sólo comprar, sino todo lo que viene después. Tener la miniatura entre tus manos y, muchas veces, prepararla a tu gusto. Estos amantes de la maquinaria agrícola a escala tienen sus pequeños “talleres” con miniherramientas, aerógrafos, piezas diminutas… “Llega un momento en el que dejas de verlo como un juguete y es más un hobby, te quedas un sábado por la tarde desmontando y arreglando el tractor para ponerlo lo más guapo posible y parecido al de verdad”, dice José Manuel Toral, otro de los participantes en la muestra de Valencia de Don Juan. Ese componente de esfuerzo, de imaginación, de trabajo y de constancia, merma en parte el mayor inconveniente de esta disciplina, el económico, porque, como dicen los padres de estos chavales, “al menos mientras están con las miniaturas, no están mangándola por ahí o de botellón; coleccionar es un vicio, pero al menos sano”.
Internet, además de que facilita comprar en cualquier país, permite a estos aficionados contactar con otras personas –chicos en su mayoría pero también algunas chicas– que también se pirran por estas maquetas, e incluso muestran en Youtube vídeos con sus instalaciones. Así, para la muestra que montaron en Valencia de Don Juan invitaron a Isidro Rollán, un joven de Tordesillas, que comenzó a coleccionar a raíz de su visita a una concentración de Fendtigüinos, en la que la marca vendía, como es frecuente en las ferias, algunas de estas miniaturas. Para compensar al menos en parte lo que gasta en tractores –el que más aprecia es un Belarus, tuneado para imitar al que tuvo su padre–, Isidro ha tenido la idea de fabricar cobertura de riego coloreada en azul y verde, como la que suele verse por nuestra región, “y la verdad es que me la ha pedido bastante gente, de España y algunos de Francia”.
Para todos ellos, mostrar sus piezas a la gente ha sido una experiencia muy bonita. “Está bien que nuestras colecciones puedan verlas otras personas. La mayoría de los que pasan por la feria son agricultores y ganaderos a los que les gusta la maquinaria de su zona, la que conocen. Dicen que se nota que hemos currado un montón”, explica Álvaro, que por cierto quiere estudiar “algo relacionado con el campo, porque me gustaría ser profesional de la agricultura”.