Lleva veinticinco años en el campo, desde los 18, en la explotación heredada de su familia. “Hasta los bisabuelos que conozco por parte de madre y padre, todos han sido agricultores”, señala.
Casado y con una hija, en su semblante se adivinan muchas horas de aire libre y vida sana en su pueblo, Piñel de Arriba, en la provincia de Valladolid, donde tiene 160 hectáreas de cereal. Sin embargo, su explotación estrella son las once hectáreas de viñedo en Pesquera, que pertenecen a la Denominación de Origen Ribera de Duero.
“El viñedo es el futuro de la zona”, dice, “que siempre ha sido eminentemente de cereal y remolacha, pero claro”, remata, “con esto de la remolacha ahora, que está de capa caída, el viñedo es la mejor alternativa”.
Juan Ángel afirma que las viñas conllevan toda una cultura, desde la plantación de la vid hasta la fabricación del vino, y se muestra orgulloso de cómo la Denominación ha sacado adelante el prestigio de sus caldos. “Desde el Consejo se exige el aclareo de las viñas, se escogen muy cuidadosamente los racimos para que la calidad sea óptima, y también se controla mucho a las bodegas, a través de los veedores, para que a la botella llegue sólo lo mejor”.
Recuerda que la DO ha conseguido que una zona especial en tintos con una pequeña cuota de mercado frente a La Rioja se haya convertido gracias al cuidado de la producción en un referente no sólo en la península.
Mirando al horizonte, Juan Ángel barrunta un muy buen futuro no sólo para su explotación, sino para el sector vitivinícola en general, y confía en que la renovación del Consejo Regulador, que tendrá lugar en pocos meses, confirme la apuesta por la exquisitez de los Ribera.