Protagonistas de su propio futuro
Para que los jóvenes sean protagonistas de su propio futuro tienen que asumir responsabilidades, no ya solo en las explotaciones a las que se incorporan, sino también en los diferentes ámbitos de la sociedad civil en los que se tomen decisiones que afecten a sus intereses. ASAJA se compromete a impulsar la participación más activa de los jóvenes en sus órganos de gobierno. Pero los jóvenes han de participar en la vida política municipal, en asociaciones y colectivos vecinales, en las cooperativas de las que son socios, en las comunidades de regantes, en las juntas agropecuarias locales, en los grupos de acción local y otros entes similares. Una participación activa que sirva para defender sus intereses particulares como jóvenes agricultores y que les forme y dé experiencia para asumir responsabilidades futuras en la gestión de lo privado y lo público.
Creemos que hay que promover una interlocución específica con las administraciones, y en particular con la Junta de Castilla y León, y proponemos la creación de un “Observatorio” que analice y valore los problemas de la instalación de los jóvenes, de la transmisión de las explotaciones y de todas las cuestiones inherentes al relevo generacional agrario. En un marco de crisis económica, financiera y alimentaria, los jóvenes son los que tienen autoridad moral para poner cordura en un mundo demasiado liberalizado y globalizado, donde la desregulación ha traído consecuencias desastrosas para todos. Son los jóvenes los que tienen que empujar a los poderes públicos internacionales hacia políticas que regulen los mercados y devuelvan a la agricultura su papel de sector estratégico para erradicar el hambre, y consecuencia de ello las enfermedades y la muerte, en el mundo.
Apuesta por una agricultura competitiva
Dentro de los diferentes modelos de agricultura que se debaten en mundo y en el seno de la Unión Europea, la agricultura que interesa a los jóvenes es una agricultura competitiva, productiva, pensada para el mercado y que sea rentable en sí misma, al margen de las ayudas y subsidios públicos. Por eso pedimos para nuestros jóvenes una PAC en la que Europa defienda su papel de primer potencia mundial en la producción estable de alimentos, ricos por su variedad, por su calidad, por su producción compatible con el medio ambiente y los valores de los territorios rurales. ASAJA pide una PAC que siga defendiendo el principio de la “preferencia comunitaria” y que abra las fronteras a la competencia, pero sólo cuando sea en igualdad de condiciones. ¡Ninguna concesión política más utilizando a la agricultura y la ganadería como moneda de cambio!
En nuestra región, en Castilla y León, la agricultura productiva pasa por la transformación en regadío, la modernización de los regadíos que se han quedado obsoletos, las infraestructuras en caminos y desagües, la concentraciones y reconcentraciones parcelarias, la creación de polígonos ganaderos en las zonas de montaña y en los apoyos para llevar los servicios necesarios a las explotaciones ganaderas que necesariamente han de estar alejadas de los cascos urbanos –electricidad, telecomunicaciones, agua…–. Las infraestructuras son imprescindibles para competir con la agricultura del norte de Europa, para contrarrestar su clara ventaja por tener un terreno más productivo y un clima más favorable para las producciones continentales.
Políticas que fomenten el relevo generacional
Más del 90 por ciento de los jóvenes que se incorporan lo hacen en la explotación de sus padres. En muchas explotaciones donde no hay grandes posibilidades de crecer en tamaño, la incorporación no es posible si no cesa en la actividad el progenitor. Por eso demandamos la continuidad de medidas de política agraria como el llamado “cese anticipado” en la actividad agraria, para el que exigimos más presupuesto y ayudas que al menos se sitúen en la media de las pensiones de nuestro país. Nada ayuda al relevo generacional la nueva política de pensiones de nuestro país que eleva la edad mínima de jubilación a los 67 años, por lo que exigimos que, dada la “penosidad” de nuestra profesión, se mantenga, como se hará para otros colectivos, la edad mínima en los 65 años.
Las míseras pensiones del colectivo agroganadero hacen que muchos agricultores continúen con la actividad haciéndola compatible con el cobro del subsidio de jubilación, lo que dificulta el relevo generacional. El Estado tiene una deuda moral con nuestros mayores que debe de corregir cuanto antes equiparando las pensiones agrarias con las del resto de colectivos, y se deben aprobar medidas que incentiven la transferencia efectiva de la explotación a un agricultor en activo al llegar a la edad de jubilación. ASAJA defiende pues pensiones justas para los mayores y cese efectivo de la actividad al percibir la pensión de jubilación, arrendando o vendiendo la explotación a un agricultor en activo o que se incorpore. Y si la medida de política agraria impulsada a finales de los años 90, consistente en subvencionar planes de pensiones privados, se ha convertido en poco interesante a raíz de la PAC actualmente en vigor, las cosas pueden volver a cambiar con la PAC 2014/20, o quizás se abra alguna luz diseñando medidas distintas que persigan el mismo objetivo.
Ayudas a la incorporación de jóvenes al campo
Es evidente que existe un déficit de jóvenes en el campo, que el sector está envejecido y que por tanto se justifican las medidas y apoyos públicos que fomenten el relevo generacional en las explotaciones. Los menores de 40 años en activo en el campo de Castilla y León apenas representan el 16% del total de ocupados en el sector; es más, si tomamos como referencia los menores de 30 años, la cifra no sobrepasa un 4%. El 43% de los actuales titulares de explotaciones tienen más de 55 años, por lo que en diez años 4 de cada 10 explotaciones se habrán cerrado o serán explotaciones gestionadas como actividad complementaria por personas jubiladas. En más de un tercio de las actuales explotaciones, por la edad del titular y la falta de relevo generacional, ya no se invierte en modernización, no se piensa en alternativas, tiende a reducirse su tamaño, a orientarse a cultivos que requieren menos dedicación, y dejan por tanto menor valor añadido.
La PAC y las políticas agrarias del Gobierno y de la Junta de Castilla y León han de seguir contemplando líneas específicas de apoyo a los jóvenes que se incorporan al campo: ayudas a la primera instalación y ayudas a planes de mejora de explotaciones. Estas líneas tienen que tener dotación suficiente para atender todas las peticiones, han de ser de resolución y pago rápido, ha de incrementarse en al menos cinco puntos el porcentaje de subvención y en un 25% el importe de la ayuda de primera instalación. Como complemento a estas ayudas se han de poder gestionar créditos a bajo interés concedidos con avales públicos, con largos plazos de amortización y periodos de carencia, como lo permiten los reglamentos europeos. Hoy los jóvenes tienen totalmente cerradas las puertas de las entidades financieras para pedir dinero con el que afrontar las inversiones o dotarse de circulante. La agricultura es una actividad que requiere de elevadas inversiones, mientras que la rentabilidad no es inmediata porque los ciclos productivos son relativamente largos. Hacia los jóvenes agricultores deben de mirar con simpatía y complicidad las cajas de ahorro y cajas rurales de la región, o en su caso las empresas financieras que sean herederas de las mismas.
La incorporación de los jóvenes debe de ir ligada a ventajas fiscales durante los primeros años, reducción significativa de las cuotas a la Seguridad Social y exención de tasas e impuestos de la Junta de Castilla y León y los ayuntamientos. Como apoyo a la actividad ganadera, los ayuntamientos y juntas vecinales han de proporcionar terrenos públicos gratuitos para la ubicación de las naves ganaderas y otras construcciones auxiliares, pues la ganadería es la actividad que más población fija en el medio rural.
Dentro de un modelo predominante de “explotación familiar”, cada vez más los jóvenes se incorporan al sector a través de sociedades mercantiles, civiles o cooperativas. ASAJA exige apoyos para los jóvenes que entran en el sector bajo fórmulas societarias que por lo general buscan el redimensionamiento de las explotaciones y la racionalización de los recursos humanos y económicos de las mismas, y pedimos que se apoye la efectiva participación de las nuevas generaciones en la toma de las decisiones de este tipo de explotaciones.
Cuotas, derechos de producción, derechos de pago único
Con la reforma de la PAC, es probable que desaparezcan todas las cuotas y derechos de producción, así como los llamados derechos de pago único (DPU) a través de los cuales se están cobrando más del 80% de todos los fondos agrarios. Estos sistemas han sido la mayor traba para la entrada de jóvenes en el sector agropecuario y ello aún a pesar de que en teoría, cuando se reparte desde la Reserva Nacional, se asigna por un sistema de puntos que prima a los jóvenes. Seguimos reclamando desde ASAJA medidas para que los jóvenes no vean frenada su entrada en el sector por no disponer de derechos de producción o de derechos para el cobro de ayudas y subvenciones. Pero sobre todo, en estos momentos en los que como decimos esto quizás deje de tener sentido, reclamamos que la nueva PAC se haga “mirando para los jóvenes”, que no se tomen medidas que le perjudiquen. La agricultura no tendrá futuro si, como ocurre en la actualidad, las normas que la regulan dan más satisfacción a los mayores de sesenta y cinco años (que suponen un tercio de los titulares de las explotaciones), que a los menores de treinta y cinco.
En este sentido, ASAJA apoya, en el seno de la interprofesional remolachero azucarera, que se asignen cupos y derechos de producción de remolacha a los jóvenes que puedan y quieran introducirse en el cultivo. Si la remolacha en España se va a producir casi exclusivamente en Castilla y León, han de ser los jóvenes los que garanticen explotaciones eficientes para competir en cantidad y calidad dentro y fuera de Europa.
Afrontar la comercialización de los productos
Nadie mejor que los jóvenes pueden afrontar el reto de afrontar la transformación y comercialización de los productos agroganaderos por el propio sector. Se han de apoyar todos los proyectos individuales o colectivos que signifiquen dar el paso adelante de comercializar las producciones agroganaderas. Los jóvenes tienen que tener el protagonismo que les corresponde en la gestión directa de las cooperativas, de las organizaciones agrarias y de todas las organizaciones de las que está dotado el sector. Son las nuevas generaciones las que tendrán que conseguir unas relaciones estables entre el sector productor, el industrial transformador y la gran distribución, algo que hasta ahora ha sido un sueño. Unas relaciones interprofesionales que, junto a políticas activas en esta materia, garanticen estabilidad en los precios, que luchen contra las fluctuaciones de los mercados que a nadie benefician. El contrato agrario ha de ser una figura que regule la mayoría de las relaciones contractuales entre productor y comprador y ha de servir de garantía jurídica para ambas partes.
Defendemos la marca “Tierra de Sabor”, que en definitiva es la marca “Castilla y León”, como identificativa de la calidad de nuestros productos, de su vinculación con el territorio. Exigimos la generalización de su uso en todos los productos producidos aquí y elaborados por nuestra industria agroalimentaria a la vez que reivindicamos la inmediata reversión de beneficios económicos para los productores.
Pensar en los jóvenes al promocionar actividades alternativas
Hay actividades alternativas o complementarias a la agricultura y ganadería tradicionales que deben de orientarse en mayor medida a los jóvenes, por ser estos más receptivos a los cambios y nuevas situaciones. Nos estamos refiriendo a la bioenergía, tanto en la producción de biocarburantes (de primera y segunda generación) a través de cultivos energéticos como de biomasa, así como la producción de otras energías limpias que cuentan con subvenciones a las que deberían acceder con prioridad quienes desarrollen la actividad como algo complementario a otras actividades económicas del medio rural: es el caso de la energía eólica y la fotovoltaica. Una buena política agraria sería aquella que busque e incentive sinergias entre la agricultura tradicional y la producción de energías renovables, pues a nuestro entender son políticas que debería de complementarse y tener en el punto de mira a los jóvenes. No podemos olvidar que los biocarburantes son la mejor opción para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y cumplir con el objetivo de la Unión Europea de utilizar un 20% de energías renovables en el año 2020.
Actividades alternativas son las que tienen que ver con el turismo rural o con la valorización y conservación del patrimonio natural. El “nicho” de agricultores jóvenes es sin duda el colectivo que mejor puede explotar estos negocios en el medio rural como complemento a las rentas agrarias, y por eso exigimos discriminación positiva en los apoyos establecidos desde las administraciones públicas, y en particular desde los grupos de acción local que distribuyen fondos comunitarios para el desarrollo rural.
Una buena medida de política agraria es la diversificación, la cual recobra más interés en explotaciones de jóvenes donde el riesgo se ha de medir mejor por tener menos medios para afrontar los contratiempos. Se ha de apoyar la diversificación en las producciones agroganaderas, el acceso a actividades económicas complementarias, y la diversificación en los diferentes sistemas de comercialización de las producciones.
El mercado de la tierra
Los jóvenes agricultores no son propietarios de tierras para trabajarlas, lo que les genera una dependencia como arrendatarios y unos costes mayores por el precio de la renta. Más del 75% de la explotación de los menores de 40 años es en arrendamiento y el otro 25 por ciento, por lo general, propiedad de la familia, a la que, de forma directa o indirecta, hay que compensar también por su utilización. Los jóvenes agricultores, pues, no son propietarios de la tierra que trabajan. ASAJA no pide una revisión de la actual Ley de Arrendamientos Rústicos, pero sí medidas de política agraria que incentiven el arrendamiento a largo plazo por encima del mínimo de 5 años, y que podrían concretase con reducciones fiscales a los propietarios. Las ordenanzas de las administraciones locales sobre adjudicación de tierras y pastos de uso común, lejos de ser discriminatorias con los jóvenes, deben de incentivar la incorporación al sector.
Los pueblos no pueden ser un lugar inhóspito
No necesariamente ser agricultor y ganadero lleva implícito, hoy día, vivir en el pueblo. Pero es deseable que quien se plantee trabajar en la agricultura y la ganadería se plantee también vivir, junto a su familia, en el medio rural. Para ello tienen que darse las condiciones necesarias que hagan que su vida no sea una vida en desventaja. Los pueblos tiene que parecerse lo más posible a las ciudades en cuanto a proporcionar los bienes y servicios que hoy demanda la sociedad: servicios sanitarios, calidad en la educación, actividades lúdicas, deportivas y culturales, facilidades para acceder a una vivienda digna, buenas comunicaciones, servicios públicos de transporte, acceso a las nuevas tecnologías, etcétera. Los pueblos tienen que ser atractivos para vivir en ellos. Los esfuerzos políticos y económicos de las administraciones tienen que ir dirigidos a los que más lo necesitan, a los más desfavorecidos y no siempre a aquellos lugares donde se dilucidan más votos.
Hoy por hoy, sólo 1 de cada 5 personas de nuestra región habita en un municipio de menos de 1.000 habitantes. Es obvio que los jóvenes que se incorporan al campo tienen mucho que decir sobre las políticas de desarrollo demográfico en Castilla y León, sobre las políticas de desarrollo rural y ocupación del territorio y sobre las políticas de conservación, puesta en valor y promoción de nuestro patrimonio natural.
La formación como mejor herramienta para el futuro
Lejos de los estereotipos del pasado, los jóvenes agricultores, los de hoy y los de mañana, tienen que ser gente formada, con un buen nivel cultural, con amplios conocimientos en la materia agroganadera y en la maquinaria altamente tecnificada que utilizan, con formación en la gestión de empresas, y además ampliamente familiarizados con el uso de las nuevas tecnologías. Para ello ASAJA reclama el apoyo de las administraciones públicas que han de impulsar planes de formación reglada y no reglada y dotarlos de financiación suficiente. Una formación que se ha de adaptar al medio rural, a los horarios laborales de los agricultores y ganaderos y a sus épocas de menos trabajo para que sea compatible con la continuidad de la actividad, pues en la mayoría de las ocasiones el receptor de la formación es una persona en activo que no puede cerrar su explotación para asistir a una clase.
Es obligación de las administraciones, pero también de las organizaciones profesionales agrarias, tener mecanismos que permitan ofrecer constante y puntual información, a la vez que asesoramiento y orientación, a los jóvenes que se incorporan, en todos los temas que sean de interés.
Los jóvenes y las nuevas tecnologías
Si queremos que nuestros jóvenes compitan en un mundo globalizado les tenemos que dar las mismas armas y herramientas con las que ya se trabaja en otros territorios. Europa no puede perder, por prejuicios sin fundamento, el tren de las nuevas tecnologías, del progreso, de la ciencia y la técnica al servicio de la producción de alimentos. La tecnología de los cultivos transgénicos es imprescindible para ser competitivos en los mercados de hoy y de mañana, y resulta absurdo estar sujeto a unas normas que no nos permiten producir con esta tecnología pero sí importar y consumir los que han producido en otras partes del mundo. ASAJA aboga por medidas de política agraria que, siempre superando los más rigurosos estudios que acrediten la inocuidad, autoricen variedades de cultivos transgénicos que solventen problemas agronómicos en aras de incrementar producciones y /o reducción de costes.
Nuevas tecnologías son también las que tienen que ver con la comunicación, con el acceso a Internet de manera universal, en igualdad de condiciones, para poder gestionar mejor las explotaciones en cualquier parte del territorio de Castilla y León. El acceso a estas tecnologías es imprescindible para gestionar la explotación, pero también para el uso doméstico y cotidiano, por lo que la privación de dicho derecho actúa hoy como un elemento de rechazo para vivir en los pueblos, para ocupar el territorio rural. Los jóvenes agricultores no son ajenos al fenómeno social, más arraigado en la juventud, de estar conectados a las redes sociales.
ASAJA necesita a los jóvenes
Para seguir siendo la principal organización agraria de Castilla y León, la organización de referencia para las administraciones públicas, para los partidos políticos, las asociaciones sociales y económicas, para los medios de comunicación y para la sociedad en su conjunto, ASAJA necesita de la complicidad de los jóvenes que conforman una buena parte de su base social. Suman más de cuatro millares los jóvenes agricultores, socios de ASAJA, que ocupan el territorio agroganadero de Castilla y León, y necesitamos sus ideas, su entusiasmo, sus propuestas, su dinamismo, su preparación y capacidad. Necesitamos a los jóvenes para movilizarnos, para hacer calar nuestros mensajes, para que sean la nueva imagen de nuestra profesión, una imagen de modernidad, profesionalidad y progreso.