José María Rubio Ruiz

José María es un chico de 31 años de la zona de Ágreda, al este de la provincia de Soria, en tierras que lindan con Aragón. Le gusta mucho la montaña, salir en bicicleta, esquiar y viajar. Lleva incorporado como joven agricultor año y medio, y afronta su segunda campaña agrícola con enorme ilusión.

C.R./ Nacho Prieto

José María es un chico de 31 años de la zona de Ágreda, al este de la provincia de Soria, en tierras que lindan con Aragón. De hecho, también lleva algunas explotaciones en la localidad zaragozana de Tarazona. Le gusta mucho la montaña, salir en bicicleta, esquiar y viajar. Lleva incorporado como joven agricultor año y medio, y afronta su segunda campaña agrícola con enorme ilusión. Cultiva principalmente trigo y cebada en secano, y maíz en regadío. Confiesa que llevaba bastante tiempo planteándose la incorporación, ya que siempre ha estado vinculado a este oficio. En su familia han sido agricultores y desde pequeño el tiempo que tenía libre lo empleaba en ayudar en el campo.  Según el propio José María, “para mí no era una carga sino todo lo contrario, era y es realmente el trabajo que más me gusta. Hace dos años me quedé sin trabajo y eso ya fue lo que me impulsó definitivamente a entrar en la agricultura de forma profesional”.

Para José María, los principales problemas del sector son varios, pero uno de los más acuciantes tiene que ver con las caídas de los precios de los cereales y el aumento de los costes de producción. En su opinión, “se está vendiendo el cereal como hace veinte años y los costes son muchísimo más elevados y esto se agrava aún más en mi zona, en la que no tenemos concentración parcelaria y todavía nos supone mayor coste de producción. La solución pasaría porque fuese el valor del cereal acorde con la producción, en lugar de taparnos la boca con la compensación de precios, la cual nos condiciona y tenemos que obedecer  a muchos requerimientos”.

A pesar de las dificultades, es muy tajante al responder si cambiaría esta profesión por otra: “Para nada, siempre me ha gustado el campo y disfruto mucho con mi trabajo, siendo esta profesión tan digna como cualquier otra. Eso sí, hay que reconocer que lo peor es que no solamente estamos condicionados a nuestras labores sino a los factores meteorológicos o, como se suele decir, siempre mirando al cielo y a veces el trabajo no da el fruto que debiera. Por el lado positivo destacaría que aunque trabajamos muchas horas es un trabajo para ti y en lo que te gusta, además de organizarte tú mismo”. Por último, lanza una recomendación a los que están pensando entrar en la agricultura: “La verdad que todos los comienzos no son fáciles y más si no partes con algo de base de algún familiar,  dada la gran inversión que hay que hacer, pero que si es lo que realmente les gusta que lo hagan, que es una experiencia muy bonita en la cual el día a día te va enseñando mucho y con ello intentar hacer las cosas cada vez mejor”.

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