Jaime es muy joven pero todavía lo era más cuando, hace seis años, cuando sólo tenía 17, tuvo que hacerse cargo de la explotación, al fallecer su padre.
C.R./ Redacción
Jaime es muy joven pero todavía lo era más cuando, hace seis años, cuando sólo tenía 17, tuvo que hacerse cargo de la explotación, al fallecer su padre. En su casa siempre había vivido la agricultura, pero no es lo mismo incorporarte teniendo el apoyo de alguien que estar solo para tomar todas las decisiones. “Los chicos que trabajan con su padre en el campo se quejan de que no pueden hacer lo que quieren; yo también discutía con él cuando vivía, pero ahora muchas veces me gustaría contar con su consejo” comenta. En ese sentido, valora especialmente el apoyo que le ha prestado ASAJA a la hora de tirar para adelante con su explotación.
Por fortuna a Jaime le gusta su trabajo. Tiene una explotación de secano, principalmente con cereal y alfalfa, sustentada sobre unas pocas tierras en propiedad y la mayoría, en renta, cercanas a su pueblo, Castroverde de Campos (Zamora). Las horas de tractor no se le hacen pesadas y lleva bien el papeleo: “me gusta tener todo archivado y ordenado. Con el papeleo te puede dar la impresión de que pierdes un día de trabajo en el campo, pero igual lo estás ganando con creces”, comenta.
Jaime tiene claro que la agricultura es una empresa, “en la que eres el gerente, el administrativo, el trabajador que lleva las tierras, el que hace el mantenimiento de la maquinaria y el que vende el producto”. Responsable en lo suyo, le gusta salir y divertirse, como a cualquier joven de su edad, y no hace pereza en coger el coche hasta Valladolid. “Me gustaría que cambiara la imagen antigua del agricultor. El otro día traje a unos amigos para que vieran cómo era un tractor. Algunos amigos se piensan que voy al campo a cavar con una azada”, explica.