A sus 27 años Carlos Velasco está convencido de que la agricultura es lo suyo. A pesar de que sus padres se empeñaron durante años en quitárselo de la cabeza, siempre tuvo claro que le gustaba el campo.”Mi padre no paraba de decirme que me marchara, pero a mí no me gustaba estudiar, y en cuanto pude, me escaqueé”. Afirma que cuando tenga una familia, dejará que sus hijos decidan. “Yo no sería tan perseverante con un hijo que se quiera quedar”.
Tras la jubilación de su padre, y teniendo en cuenta que su única hermana ha decidido trabajar en otro sector, él se ocupa en exclusiva de las 120 hectáreas de cereal, maíz y remolacha que tiene en la localidad zamorana de Casaseca de las Chanas.
“No dejo de oír que el campo está malo, pero es que ha estado malo de siempre, porque siempre han dicho lo mismo”, dice entre risas. “Se trabaja mucho y se saca poco, pero si quieres tirar un poco para adelante, sabes que tiene que ser así”.
Cuando se le pregunta qué tiene entonces de bueno no duda en responder que “la libertad de estar tú solo haciendo las labores, yo disfruto del campo, estoy muy a gusto”, y continúa, “el que está en la obra a lo mejor saca más, pero no tiene la misma libertad ni lo que tengo yo, mi maquinaria, mis inversiones…”
Acaba de vender 375 toneladas de maíz, y asegura que “por supuesto que se puede vivir trabajando de esto, aunque te toca andar de día y de noche y cuando tus amigos que trabajan en otra cosa te dicen que es domingo a ti te da igual, porque tienes que regar. En eso sí mi vida es distinta, pero merece la pena”.