La desconexión urbana: ganadería, animalismo y alimentación es el sugerente título del libro que acaba de publicar Óscar Caso.
Veterinario de formación, este donostiarra suma ya más de 20 años afincado en Soria, ligado a varias explotaciones ganaderas.
¿Qué le impulsó a escribir este libro?
El hartazgo que me producía escuchar y leer en medios de comunicación y redes sociales, un día sí y otro también, identificar a la ganadería con maltrato, considerar a los productos alimentarios de origen animal como “no éticos”, poco saludables y ya, en estos últimos tiempos, además como causantes casi principales del cambio climático.
Son temas polémicos hoy en día. ¿Qué respuesta está recibiendo?
Estoy recibiendo muy buenas críticas, al menos en lo que a mí me llega directamente, del mundo de la ganadería, de la caza, del sector taurino y también del mundo veterinario. Porque los veterinarios que trabajan en mataderos, por ejemplo, también están siendo acosados por colaborar, según dicen, en “asesinar” animales. Mi libro lo he escrito pensando en que pudiese leerlo cualquier persona de la calle, pero hasta aquí es más difícil llegar y en general a la gente, especialmente a la gente joven, le cuesta leer, vivimos en un mundo visual. Pero yo intento llegar, intento comunicar.
“LAS NUEVAS GENERACIONES DE JÓVENES EXCLUSIVAMENTE URBANOS TIENEN UN ABSOLUTO DESCONOCIMIENTO DE LA REALIDAD DE LA NATURALEZA”
Cuando hablamos con agricultores y ganaderos, cada uno vive unas circunstancias diferentes, personales, profesionales, económicas… Pero en algo están todos de acuerdo. Sienten que están en el punto de mira, y crítica, de una parte importante de la opinión pública. ¿Cuándo y cómo ha ocurrido?
Ha ocurrido por un fenómeno que yo he llamado ‘La desconexión urbana’, que es el título de mi libro. Las nuevas generaciones de jóvenes exclusivamente urbanos tienen un absoluto desconocimiento de la realidad de la naturaleza, del mundo animal y del mundo rural, y de las profesiones exclusivamente rurales, de la agricultura y de la ganadería. Y así, piensan que el trigo es siempre amarillo, que los conejos son mascotas, las gallinas felices… ¡o que el cola-cao procede de vacas marrones!, que parece una broma.
¿Es un fenómeno exclusivamente español?
No creo que sea un fenómeno exclusivamente español, pero sí que sólo ocurre en los países occidentales, en los países en los que existe una sobreabundancia de alimentos. No tengo dudas de que cuando lo realmente importante consiste en buscar algo que llevarse a la boca, todas estas banalidades desaparecen y un conejo vuelve a ser lo que ha sido siempre: comida.
¿Quién hay detrás de esos grupos veganos? ¿Son solo seguidores, o hay intereses?
El veganismo surge a partir del animalismo, y éste realmente es una religión. Se otorga a los animales las mismas cualidades físicas e intelectuales que a los seres humanos, se los humaniza, y desde ese mismo momento pasan a adquirir los mismos derechos. Se considera a los animales como iguales con lo que, lógicamente, no te los puedes comer. El que un sector de la población, cada vez mayor, haya decidido prescindir de los alimentos de origen animal por motivos de conciencia ha abierto un mercado muy interesante para las grandes empresas de alimentación. Y ya en estos últimos tiempos, acusar al sector ganadero de ser uno de los principales responsables del cambio climático también ha permitido a las poderosas multinacionales de países verdaderamente contaminantes encontrar una cabeza de turco en la que desviar una gran parte de esta responsabilidad.
¿Hay alguna forma de reconducir esta situación, o el sector está condenado a ser “el malo de la película”?
Con la educación de los jóvenes, sin duda alguna. Especialmente de los jóvenes urbanos, estos que digo que están desconectados de la realidad. Si a los jóvenes desde bien pequeños se les inculca que los lobos son buenos y casi vegetarianos, que los conejos hablan y son amigos de los zorros, que la carne es mala para la salud y engorda, y que lo verdaderamente sano es comer tofu, quinoa o algas, se está produciendo en ellos un adoctrinamiento y generando un ideario que posteriormente será imposible de reconducir.
“NUESTRA RESPUESTA TIENE QUE SER LA TRANSPARENCIA, CUMPLIR LAS NORMAS, Y COMUNICAR, COMUNICAR Y COMUNICAR”
¿Cómo crees que deberían ser la respuesta del sector? Negarse a cualquier cambio, reconocer algunas cosas que puedan ser mejorables… ¿Es todavía posible un entendimiento?
¿Cómo? Con transparencia, cumplir las normas y comunicar, comunicar y comunicar. Pero también hay que tener en cuenta que no se puede debatir contra la fe. No se puede convencer a alguien para que coma carne si lo que piensa es que si lo hace está cometiendo canibalismo. Hay que educar a los niños desde bien pequeños de que comer carne es sano, es la mejor fuente de proteínas para la genética humana y, sobre todo, es ÉTICO, con mayúsculas. Sacrificar animales para obtener de ellos alimento es absolutamente ético y es lo que ha hecho el ser humano durante toda su historia. Y no nos engañemos, lo que volverá a hacer si no tuviese otra cosa que llevarse a la boca. E incluso aunque la tuviera, nuestra genética prima esa tendencia carnívora, pero si tu cabeza te lo impide…
Por último, una pregunta para nuestros lectores: ¿hay futuro para la ganadería? Porque a veces se sienten literalmente acosados.
Por supuesto. No debemos rendirnos porque lo que hacemos es absolutamente correcto, alimentamos a la gente. Hasta aquí hemos llegado y hemos progresado como humanidad haciéndolo. La ganadería es imprescindible para nosotros, para el medio ambiente, para la naturaleza, para la agricultura, para el mundo animal, para todos. Eso sí, debemos cumplir las normas, son parte del progreso.
La desconexión urbana está publicado en la editorial Letrame. El libro está a la venta en papel y en formato ebook en plataformas digitales como Amazon; también puede encargarse en librerías.
Fuente. Campo Regional. T.S.N.