Octubre termina sin lluvia, con parte del campo sin sembrar y otra parte sembrada sin tempero ni garantías
La preocupación es honda en el sector agrario y ganadero. ASAJA ha advertido sobre el “arranque pésimo” de la nueva campaña de siembras de cereal, que prolonga la agonía de un sector que arrastra el desgaste y las pérdidas de la sequía de la anterior campaña, la peor de las últimas décadas en Castilla y León.
“Hemos perdido un mes entero, octubre ha quedado prácticamente en blanco. Muchas labores no se han hecho y las que se han hecho ni siquiera sabemos si servirán para algo”, lamenta Donaciano Dujo, presidente de ASAJA de Castilla y León. A estas alturas ya es tarde para determinados cultivos, como la colza, que precisa de ser sembrada recién empezado el otoño, “algo que ralentiza el avance de un cultivo que está en expansión en la comunidad autónoma, tal como apunta la organización agraria. Igualmente pueden verse desplazados otros cultivos de ciclo largo, especialmente el trigo, puesto que la cebada admite una siembra más tardía.
En estos momentos la situación del campo de Castilla y León es muy incierta. Por un lado, en la inmensa mayoría de las tierras que se cosecharon este verano, por la falta de agua no han podido levantarse los rastrojos ni preparar el lecho para una nueva sementera. Donde se ha podido hacer labor, con dificultades, ha sido principalmente en las tierras de peor calidad, que son las que se dejan en barbecho. Todo ello, sumado a la falta de liquidez del sector por la sequía, ha obligado a los agricultores a reducir los gastos, tanto de carburante, reduciendo las labores –por otro lado complicadas con la tierra compactada– como a medir la semilla, el abono y los fitosanitarios, aún sabiendo que reduciendo estos insumos se exponen a obtener una cosecha mediocre.
Con todo, en el momento actual, el temor principal de los agricultores es que lo que se ha sembrado ni siquiera nazca, lo que haría necesario resembrar o dejar que, de partida, nazca mal.
Igual incertidumbre hay en el regadío. Aunque mayoritariamente se siembran en febrero y marzo, es ahora cuando hay que planificar la explotación. Y teniendo en cuenta la escasísima disponibilidad de agua, la disyuntiva para los regantes es aparcar cultivos que demandan más riego, como maíz, patata o remolacha, y optar por el cereal, sobre todo trigo. O incluso, si llegada la primavera siguiéramos sin agua, esas tierras de regadío se quedarían en barbecho, situación nunca antes pensada.
Por último, ASAJA recuerda que la ganadería, especialmente de extensivo, lleva ya meses acumulando pérdidas por la ausencia de pastos. “No ha caído una gota y no hay ni rastro de pastos de otoñada. El sector lleva ya muchos meses manteniendo a la cabaña a base de piensos y forrajes a precios inasumibles”, reconoce Donaciano Dujo.