En algo coinciden las administraciones, las industrias, la distribución y hasta las entidades financieras: en su deseo de debilitar a las organizaciones agrarias. ¡Cómo aplaudirían algunos si desapareciéramos! Así tendrían todo el campo libre para acorralar individualmente a cada agricultor y ganadero, y exprimirles hasta dejarles sin aliento.
Donaciano Dujo. Presidente ASAJA de Castilla y León
Hace pocos días se acordó en el Consejo Agrario de Castilla y León la convocatoria para primeros de febrero de las elecciones del sector agrario y ganadero, a las que concurriremos las organizaciones profesionales representativas. Con el año tan catastrófico que llevamos, da igual que mires a la agricultura de secano o de regadío, o a cualquier sector ganadero, es difícil ponerse a pensar ahora en elecciones, cuando la lucha diaria de ASAJA está en ayudar a los agricultores y ganaderos a poder pasar este trance, y pelear para encontrar todas las soluciones posibles, tanto económicas como administrativas, para que el sector pueda sortear este bache.
Sin embargo, hay elecciones. Y es bueno que así sea, que el campo, como otros sectores productivos, tenga la oportunidad de expresar su voz. La mejor arma que tiene cualquier sector, y más uno tan disperso como el nuestro, es estar unidos. Nuestros socios sabéis bien que ASAJA es la primera en ofrecer su mano cuando hay que llegar a acuerdos con el resto de organizaciones para hacer frente común y manifestarnos en defensa del sector. Algunos pensaréis que poco protestamos; otros, puede que lo contrario, que nos critiquéis por no bailar el agua a nadie.
Pero, si miramos a nuestro alrededor, en algo coinciden las administraciones, las industrias, la distribución y hasta las entidades financieras: en su deseo de debilitar a las organizaciones agrarias. ¡Cómo aplaudirían algunos si desapareciéramos! Así tendrían todo el campo libre –nunca mejor dicho– para acorralar individualmente a cada agricultor y ganadero, y exprimirles hasta dejarles sin aliento. Las organizaciones somos incómodas, una piedra en el zapato de los que están arriba, bien aposentados encima de las espaldas de los agricultores y ganaderos. Pedimos muchas cosas y no logramos más que una pequeña parte. Pero, no lo dudéis, también impedimos que se cometan muchos abusos que cada día se inventan para aplastar más aún a los agricultores y ganaderos. Puede que las organizaciones agrarias valgamos más por lo que no permitimos que se haga contra el sector, que por lo que logramos que aprueben a su favor.
Desde mediados de la década de los setenta del siglo pasado, cuando la mayoría de las organizaciones agrarias iniciaron su andadura, las cosas han cambiado mucho. Lo primero, el propio sector, diezmado en sus activos. Eso impide que hoy pueda haber movilizaciones masivas como las de otros tiempos. Pero no sólo es por esa merma en el número de agricultores y ganaderos. Es la misma sociedad la que ha cambiado. Tampoco arrastran masa otros colectivos sindicales y empresariales, a los que la Junta premia con el Diálogo Social.
La gente, sobre todo la más joven, no se moviliza con facilidad, es consciente de los problemas, pero le cuesta sacar una pancarta. Eso nos hace entrar en una estrategia distinta de defensa del sector agrario y ganadero. La negociación es la clave, sí, pero el peso es muy desigual entre nuestro sector y la administración, o entre nuestro sector y la industria y la distribución. Ahora tenemos que ser más hábiles que nunca, revelar los engaños que encierra la burocracia y defender con argumentos sólidos a los agricultores y ganaderos. Cuando podemos y nos dejan, en los despachos; cuando no, con medidas de presión, actos significativos pero estratégicos, que permitan que se escuche la voz del campo.
Para este sector nunca es de día del todo. Cuando es bueno en secano, puede que sea malo en regadío, o que fallen los precios; cuando un sector tiene una alegría, puede que perjudique al de al lado. Pero pocas veces vivimos unos tiempos como los presentes, con tanta incertidumbre y pesimismo, porque las previsiones a corto plazo no son mucho mejores. Lo que no trae el cielo lo termina por rematar el escuálido apoyo de las administraciones. Para remate, se vislumbra la negociación de una nueva PAC, con menos fondos para agricultura y mayores controles y exigencias de todo tipo. Los retos son enormes, y nunca han sido mayores que ahora las presiones para disgregar y separar a los agricultores y ganaderos. Somos menos que antes, pero más astutos. Tenemos que reforzar lo que nos une, y trabajar por el interés de todos. Te invito a que en esta campaña apoyes a tu organización, ASAJA, y por qué no, a que animes a la gente de tu zona y sector a hacer lo mismo. En ASAJA todos, socios y dirigentes, somos hombres y mujeres que viven del campo y para el campo. Y todos somos imprescindibles.