ASAJA lamenta que siga sin reconocerse al verdadero profesional de la agricultura
Tras más de dos años de negociaciones y propuestas, ya está aprobada la reforma de la Política Agrícola Común. Una reforma que, pese al entusiasmo del ministro de Agricultura, está concebida para sostener “al ralentí” al sector, pero no para generar ilusión ni alentar la incorporación de los jóvenes, tal como afirma ASAJA.
Tampoco se ha conseguido que logren en la nueva PAC un protagonismo y trato preferente los profesionales, aquellos que de verdad viven de la agricultura y ganadería, frente a otros que tienen esta actividad como complemento a otra principal. Un punto que preocupaba especialmente a ASAJA, ya que sólo los profesionales aseguran la pervivencia de la actividad y la vida en los pueblos de Castilla y León.
A la espera de las pequeñas matizaciones que pueda incorporar el Ministerio o la Comunidad Autónoma –que apenas influirán en el espíritu de esta reforma– las líneas principales que marcarán la Política Agrícola Común en los próximos años serán:
– El único avance positivo de las últimas horas es que no dismininuye el precio de intervención de los cereales, aunque sí que se reducen al 50 por ciento los incrementos mensuales, lo que puede repercutir negativamente en los precios de mercados.
– En cuanto al desacoplamiento, sale para adelante la propuesta de Fischler: se sustituirán las ayudas a la producción por primas fijas a la explotación, aunque se va a permitir a los estados miembros que elijan salvar del desacoplamiento el 25 por ciento de sus cereales, oleaginosas y proteaginosas, el 40 por ciento del trigo duro, y en ovino-caprino hasta el 50 por ciento. Son pequeñas correcciones sobre un desacoplamiento que ocasionará graves consecuencias, no sólo en la actividad productiva sino también en el tejido económico y social del medio rural. Además, la parte acoplada de la ayuda en zonas de riesgo, como es Castilla y León, es muy pequeña y no garantiza que no se abandonen terrenos de escasa productividad.
– Mención aparte merece el desacoplamiento en vacuno, para el que se han determinado dos opciones entre las que podrá elegir el estado miembro y/o región: la primera implica mantener intacta la prima a la vaca nodriza y vincular un 40 por ciento la prima al sacrificio, quedando desvinculado el resto del sector; la segunda opción a su vez permite dos alternativas, una mantener intacta la prima vacuna al sacrificio, y la otra mantener un 75 por ciento de la prima al vacuno macho, y el resto desacoplado. Este sistema de desacoplamiento es, en primer lugar, caótico, y además muy perjudicial, especialmente en el caso de la prima de la vaca nodriza.
– Sigue presente la filosofía “moduladora” (y se recortarán progresivamente los pagos hasta alcanzar un 5 por ciento en el año 2007). Además, los países ricos han conseguido que los criterios de cohesión social y territorial se reduzcan a una cifra ridícula: en la propuesta definitiva el 80 por ciento de la ayuda modulada se quedará en el país contribuyente y sólo el 20 por ciento se repartirá según criterios de cohesión. Además, va a existir otra posibilidad que pueden elegir los estados y/o regiones, que se module de manera voluntaria hasta un 10 por ciento de las ayudas desacopladas con objeto de incrementar los programas agroambientales.
– Permanece la denominada “degresividad” (en los últimos documentos se califica como “disciplina financiera”), un recorte que se impone para financiar las futuras OCM o las reformas de las que ya existen, del que sólo quedan exentos los titulares que cobran menos de 5.000 euros, cuando muchos de ellos no son ATP, sino que tienen en la agricultura un complemento de rentas. Para ASAJA, queda claro que el modelo de modulación propugnado en la reforma no favorece en absoluto las políticas de desarrollo rural.
Más papeleo
Además, ya hay una consecuencia clara y, en opinión de ASAJA, muy preocupante: a buen seguro la reforma que salga de esta negociación será de muy compleja aplicación y entrañará una gran carga burocrática para los agricultores y ganaderos europeos. Lejos de lograr la simplificación la PAC, el comisario de Agricultura va a conseguir entorpecer el funcionamiento general de las explotaciones y situar en el punto de mira la propia legitimación de la Política Agrícola Común.
Con la nueva reforma se mantiene el sistema de ayudas vigente hasta ahora, al tiempo que se pone en marcha un nuevo sistema para aplicar el dasacoplamiento. A falta de decidir el porcentaje final que tendrá dicho desacoplamiento, los pagos desacoplados se deberán calcular en función de unos periodos históricos de referencia y estos pagos formarán parte de la ayuda que se completará a través del sistema actual. Simultáneamente, la nueva reforma deberá regular también las transferencias o ventas que se puedan realizar entre titulares de las explotaciones de los derechos o bonos de pago, con la complejidad que esto supone.
Junto a esto, y para tener acceso a las ayudas PAC, el agricultor o ganadero deberá demostrar el cumplimiento de un sin fin de compromisos de índole medioambiental, laboral, sobre bienestar de los animales; sobre seguridad alimentaria, etc., con lo que se tendrá que convertir en un verdadero experto en tramitación y gestión de papeles si quiere tener acceso a esas ayudas.
Por otra parte, corremos el grave riesgo de que las Comunidades Autónomas, que en el caso español son las encargadas de la gestión y control de las ayudas, se vean desbordadas por la nueva situación ya que no solo tendrán que poner en marcha los nuevos sistemas sino también encargarse de su mantenimiento con unas garantías mínimas para el agricultor y ganadero.
Si el gran argumento del comisario Fischler para sacar adelante esta reforma era la simplificación de la PAC, en este sentido lo único que se habrá conseguido es entorpecer el buen funcionamiento de las explotaciones agrarias y situar en el punto de mira de la sociedad la propia legitimidad de la PAC.