La disminución de la cabaña ganadera tras varios años de crisis de precios y aumento de costes, junto con meses de poca producción, están provocando la inquietud en la industria láctea que está intentando posicionarse de cara a la primavera por miedo al desabastecimiento de esta materia prima. Tampoco hay importaciones de terceros países, puesto que se encuentran en las mismas circunstancias que el nuestro.
Ya hay acuerdos de precios en otras comunidades muy por encima de lo que ha cotizado en los últimos tiempos la Lonja de León. Este aumento de precio, que ya se ha producido en la leche de vaca, se espera que continúe en la leche de oveja en los próximos meses, y debería ser lo suficientemente importante para que los ganaderos puedan compensar los altos precios que están pagando por la alfalfa, resto de forrajes, piensos, electricidad y mano de obra, entre otros.
La otra parte de esta posible subida de precio es si llega tarde porque la industria haya esperado demasiado para incrementar lo que paga a los ganaderos por la leche y un número importante de éstos productores abandone el sector. Los datos son más que preocupantes porque, aunque históricamente se veían bajadas en el número de animales pero la producción se mantenía o aumentaba, ahora esto ya no es así. Si tomamos los datos oficiales de leche producida por los ganaderos y entregada a la industria podemos ver que, teniendo en cuenta los cinco meses de mayor producción de leche -marzo a julio- en Castilla y León se ha producido un descenso del 3,17% en la producción de leche de oveja, con la importancia añadida de que nuestra región es la que produce el 57,5% de la leche de oveja de toda España.
Además, estos datos vienen acompañados de una reducción en el número de ganaderos que entregaron leche en estos meses. En Castilla y León hubo en esos meses 1.748 ganaderos de ovino de leche cuando hace sólo dos años había 2.010 ganaderos, es decir, se ha producido una reducción de un 13,0% que desgraciadamente tiene la apariencia existe una tendencia a la baja que no va a parar fácilmente.
A las dificultades propias de un oficio difícil y muy sacrificado hay que añadir una falta de ingresos para hacer la actividad rentable. El hectogrado (compuesto por cien unidades de Extracto Seco Quesero -suma de los puntos porcentuales de grasa y proteína por litro de leche-) de leche de oveja se ha pagado de marzo a julio a una media de 8,80 €/hectogrado en Castilla y León, lejos de los 10,25 €/hectogrado que percibe Castilla-La Mancha, segundo productor nacional. En Castilla y León los precios de la leche de oveja han aumentado de media un 20% aproximadamente, una cantidad del todo insuficiente para compensar el incremento los costes a que se están viendo sujetos los productores hace meses que ahora mismo se ven en la tesitura de decidir si seguir aguantando un trabajo que da pérdidas o cerrar de forma definitiva. Todo esto está desembocando en un abandono de la actividad que nadie debería querer pero donde industrias y Administración están mirando para otro lado. Pasará el tiempo, se querrá que vuelva a haber ganaderos de ovino pero las ganaderías que se cierran no se vuelven a abrir y si queremos queso de oveja habrá que buscar leche fuera, pagarla más cara y será de peor calidad.