Honorato Meneses
Este año comenzaba lleno de retos para un campo olvidado, con los “agricultores al límite”, que nos obligó a movilizarnos en defensa de un futuro con explotaciones viables, en reivindicación de los precios agrarios que siguen como hace 30 años y por el reconocimiento del papel de la actividad agraria frente a la criminalización que sufre nuestro sector.
La campaña de movilizaciones, que se desarrolló en todo el territorio de manera ejemplar, obtuvo un rotundo éxito y los agricultores y ganaderos recibimos una respuesta positiva de la sociedad hacia un sector de fundamental importancia en nuestra sociedad como productor de alimentos y en la labor de cuidar el medio ambiente.
En marzo las reivindicaciones se paralizaron de golpe a consecuencia de la crisis sanitaria del Covid, lo que supuso un frenazo en la consolidación de los logros. Y en ese momento el campo demostró su valor como sector estratégico. Dejando a un lado su lucha, se puso a disposición de la sociedad y ni un solo día agricultores y ganaderos dejamos de trabajar con la misma entrega y dedicación con que lo hacemos habitualmente para ofrecer alimentos de calidad, con todas las garantías higiénico sanitarias y a precios asequibles.
Agricultores y ganaderos hemos logrado durante esta pandemia que no falte un solo alimento en los supermercados. No quiero imaginar, después de ver lo que pasó con el papel higiénico, qué hubiera sucedido si llegaran a faltar en los lineales de alimentación productos como patatas, huevos, arroz, legumbres o pollo, por poner solo algún ejemplo. Y eso no ha ocurrido gracias a los profesionales del campo.
Y no solo eso, sino que los agricultores no dudamos en arrimar el hombro en las tareas de limpieza y desinfección de espacios públicos para combatir el Covid-19, demostrando el compromiso del sector con su provincia, y hemos colaborado en multitud de donaciones de productos agrarios a través de cooperativas y organizaciones agrarias. Una vez más los agricultores y ganaderos estuvimos a la altura de las circunstancias, en un momento en que también algunos sectores atravesaban una situación muy delicada al tener enormes dificultades para lograr vender algunos de sus productos en el mercado, como las patatas, el lechazo o la carne de vacuno, por el cierre de la hostelería.
Al mismo tiempo, la crisis sanitaria dejó en evidencia algunos tópicos que persiguen al sector agrario. Durante el confinamiento, se han parado muchas actividades pero la agrícola y ganadera ha seguido trabajando para asegurar los alimentos a la población, al tiempo que ha mejorado la calidad del aire y el medio ambiente, lo que viene a demostrar que el campo no es el problema, sino la solución.
Me siento muy orgulloso de cómo se está comportando el sector en esta crisis. Hay que reconocer que los héroes en estos tiempos de pandemia son los profesionales sanitarios, pero también los agricultores y ganaderos estamos respondiendo con nuestro compromiso hacia la sociedad. Sin embargo, en lugar de reconocerse nuestra labor, vemos cómo desde la Unión Europea se nos asesta un duro golpe para el futuro de nuestra actividad, con el recorte de las ayudas PAC.
Es hora de que se considere, no solo con palabras, sino con hechos, el carácter esencial de la producción agraria y ganadera. Nuestros representantes políticos tienen que saber que la mejor inversión es aquella que garantice la soberanía alimentaria de cualquier estado. Por todo ello, pido respeto para el sector agrario.