Por Donaciano Dujo
La peor situación que puede vivir cualquier actividad empresarial es la incertidumbre ante cualquier decisión que afecte de manera importante al resultado económico de la propia actividad.
De todos es conocida la opinión que ASAJA tiene sobre la reforma de la PAC. Esta organización se ha manifestado tanto en las calles y despachos como públicamente, en contra de la reforma de la PAC. No podemos estar los agricultores y ganaderos pendientes cada 2 ó 3 años de las decisiones que unos burócratas europeos decidan tomar sobre el camino que la agricultura o la ganadería va a llevar en los próximos años.
Cuando se aprobó la agenda 2000 a finales de 1999, nos presentaron un marco institucional para los próximos 6 años. Nuestra sorpresa fue cuando a mediados de 2002 ya estaba prevista una reforma de la misma.
Así es imposible invertir o encaminar una explotación agrícola o ganadera hacia determinados sectores que sean más productivos que otros. Es imposible que jóvenes con ilusión y ganas de trabajar en el sector, se incorporen a esta actividad, ante la incertidumbre de su futuro.
ASAJA se manifestó claramente en contra de dicha reforma diciendo que no era el momento de aplicarla, que era perjudicial para el sector agrícola y ganadero de Castilla y León y que además, vía impuestos -modulación y mayores trabas burocráticas- iba a ser perjudicial para la actividad agrícola y ganadera.
No fueron atendidas nuestras peticiones, quizá por una falta de defensa del propio gobierno español ante la UE de los agricultores y ganaderos de este país y por el grado de demagogia ofrecido por Coag y Upa en los últimos años. El resultado fue la aprobación de la reforma, y con ello el debate sobre cómo aplicarla y cuándo aplicarla y los efectos perniciosos que para el sector iba a tener.
Los principales problemas que esta reforma presenta para el sector vienen por la reducción de los pagos compensatorios vía modulación, y un futuro incierto de esos fondos a los que se va a destinar, quizá a otros agricultores, a otros sectores distintos a los que se cultivan en la provincia de Palencia.
Muy peligrosas también son todas las trabas agronómicas que vía ecocondicionalidad se están imponiendo al campo palentino. Quien no sabe de esto, quien no vive de esto, quien no tiene contacto con la agricultura y la ganadería y menos con el Medio Ambiente palentino, nos prohíbe hacer unas prácticas agronómicas que siempre hemos realizado con el máximo control y que han sido beneficiosas para el campo, y en ningún caso perjudiciales para el entorno en que vivimos.
No es menos cierto que la burocracia a la que poco a poco nos han ido acostumbrando las administraciones -aunque siempre hemos renegado de ella- y que tanto perjuicio económico y de tiempo nos produce, va a aumentar de manera considerable. Incluso a los verdaderos profesionales de este sector se nos va a obligar a hacer un control exhaustivo de nuestras explotaciones vía auditorías.
Hasta ahora los pagos compensatorios por la pérdida de renta sufrida ante la bajada de los precios se nos daban por una hipotética producción comarcal. El cambio en estos momentos va a ser como de la noche al día. No se va a cobrar por lo que puedan dar las fincas que cultivamos, ni siquiera vamos a estar obligados a cultivarlas. Vamos a cobrar en relación con unos derechos adquiridos en 2000, 2001 y 2002.
Y desde luego, como nos sentimos orgullosos de la profesión libre que tenemos, nuestra posición en este momento como ASAJA de Palencia y de Castilla y León es defender un desacoplamiento total de las ayudas y, y para que la incertidumbre que pesa sobre nosotros acabe, defendemos igualmente que el año de aplicación sea el 2005.
Queremos decidir en la totalidad de nuestra explotación por razones empresariales, no por imposición legislativa de quien no vive de esto y sí a costa de esto.
Queremos no tener porcentajes que sembrar o que dejar de retirada, que utilizar para un cultivo o para otro, sino simplemente que nos mueva aquello que mejore nuestra economía, la nuestra, la del sector, la de las comarcas y la de las regiones, y por eso hacemos una apuesta decidida por que sea el propio sector quien decida qué hacer en sus explotaciones, porque siempre se ha dicho que no se pueden poner puertas al campo.