El pasado 12 de marzo los regantes y las organizaciones agrarias de la provincia se trasladaron en el tiempo a la Edad Media.
El pasado 12 de marzo los regantes y las organizaciones agrarias de la provincia se trasladaron en el tiempo a la Edad Media. El pueblo de Palencia quería expresar sus quejas y malestar por las deficiencias hidráulicas de la cuenca del Carrión. Es larga ya la historia de reuniones, concentraciones, y manifestaciones que este sector ha tenido en los últimos años por la precariedad de los regadíos de la cuenca del Carrión.
Sus inicios comenzaron en los años 90, cuando las decisiones políticas privaron a esta provincia del pantano de Vidrieros y por lo tanto, de la regulación propia del río Carrión. A cambio se prometió un trasvase de agua del pantano de Riaño que vendría a solventar las escasez de embalse de los nuestros.
No tardaron en surgir los problemas cuando ese trasvase llegó tarde y con un presupuesto del doble de lo inicial. A esto hay que añadir la negativa de las administraciones a una concesión de agua que se prometió en su momento y que hasta ahora no ha llegado.
Otro punto problemático es la cuantía a pagar por parte de los regantes sobre la obra realizada. No se entiende que la CHD pretenda recaudar los fondos que la UE ha dado para el desarrollo palentino.
En más de una década de lucha ha habido momentos de incertidumbre, de acercamiento con las administraciones, pero nunca como en los últimos años, una dejadez tan impresionante por parte de la CHD de no dar ninguna respuesta a este problema.
Ese ente dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y con mucha autonomía propia ha dado la espalda a esta provincia. Como más puntual destacaríamos la petición de los regantes de la cuenca del Carrión, pero sin duda alguna hay otros muchos temas en los que no se ha hecho nada. Podríamos hablar del abandono total de la limpieza de los ríos, arroyos y demás infraestructuras hidráulicas. Podríamos hablar de la falta de diálogo con las comunidades de regantes y las OPAS. Podríamos hablar del poco entendimiento con la empresa estatal Seiasa y la Consejería de Agricultura para desarrollar inversiones en los regadíos existentes o en los nuevos.
Todos esto y algún problema más es lo que ha movido a las OPAS y las comunidades de regantes a buscar por todos los medios interlocutores válidos para solucionar el problema. Entre ellos, se pensó que las Cortes de Fuensaldaña era la institución que podría defender perfectamente y entender nuestro problema. En el pleno a celebrar el día 12 de marzo se tenía pedida y concertada una reunión con el presidente de las Cortes. Íbamos a explicarle, como representante de los políticos de Castilla y León, nuestra problemática, nuestra incertidumbre y la pensosa situación en la que nos encontramos.
Las OPAS y los regantes del Carrión entendían que el poder político allí presente daría una solución a esta grave situación. Nunca más lejos de nuestras intenciones molestar o interferir en el trabajo diario de sus señorías los políticos, pero sin embargo, la respuesta de estos a través de los grupos de acción rural de la Guardia Civil fue totalmente desproporcionada y falta de sentido.
En ese momento entendimos que los castillos siguen dando cobijo dentro de sus paredes a señores feudales de la Edad Media con los mismos vicios, poderes y escasez de sensibilidad que aquellos tenían en su tiempo. El trato que ese día tuvieron los regantes palentinos no es propio del siglo XXI. No es propia la contestación de los representantes del pueblo para defender los intereses de los regantes, y no es propio de las personas que hace casi 4 años obtuvieron ese puesto con nuestros votos. Lamentamos desde ASAJA que siga habiendo actitudes feudalistas por parte de quien gobierna en Castilla y León. Lamentamos que por parte de este gobierno, en vez de solucionar los problemas, se intente callar la boca a quien los tiene por la vía de la fuerza, y desde luego, rechazamos que en el siglo XXI los castillos sigan acogiendo a hombres feudales para aplastar al pueblo que por ley merece el respeto y ser escuchado y atendido ante la grave situación por los problemas que plantea.