JOSÉ LUIS MARCOS | Presidente de ASAJA-Palencia
CUMPLIDO un año de la histórica movilización agraria (el 18 de marzo de 2024, por ejemplo, nos manifestábamos ante el puerto de Santander contra una importación masiva de cereal que sigue tirando los precios del grano), viene bien recordar el eje de la tabla reivindicativa que entonces acordamos las tres organizaciones agrarias representativas del campo palentino. El tiempo pasa muy deprisa (¡cinco años ya desde el primer confinamiento de la pandemia!, hemos exclamado estos días), y todos andamos cada vez peor de memoria, al no ejercitarla: el móvil y Google siempre están ahí para echarnos un capote.
Conviene, pues, recordar lo esencial de aquellas reivindicaciones. Y, de paso, revisar si acertaron quienes se dieron la mano con el Ministerio de Agricultura, y aceptaron lo que su titular, Luis Planas, llamó en abril de 2024 un «sólido conjunto» de medidas; o bien si acertamos quienes, como ASAJA, vimos insuficiente aquel enjuague… incluso aunque se cumplieran las promesas (que ésa es otra).
ALARDE. Rara es la semana que el Ministerio no difunde un comunicado de prensa o no comparece su máximo responsable presumiendo de haber cumplido la mayoría del paquete de medidas… Hablando de paquetes, en vísperas de la Navidad, el señor Planas se presentó con el suyo, con el regalazo propagandístico de haber aplicado, o muy avanzado, el 90 % de las llamadas 43 medidas de apoyo al sector agrario español. A estas alturas de Cuaresma, fácil es que acaricie ya el 100 %.
Es decir, en apenas nueve meses de un embarazo (de abril a diciembre), había dado la vuelta al sector agroganadero nacional. Más fácil que a un calcetín. Lo peor no es que quiera convencernos de ello a los profesionales del campo. Lo peor es que haya quienes así lo creen. O al menos, lo aparentan. Quizá para no reconocer que, en su día, se precipitaron al sentarse rápido a firmar ese documento de 43 medidas, a compartir esos chupitos del licor 43.
Recordemos tres peticiones centrales de la docena que incluyó nuestra tabla reivindicativa de la provincia de Palencia de 2024. Y juzgue el lector si se nota un cambio… ese cambio «muy satisfactorio» (pero mucho, como nos dice nuestro ministro). Primera, «modificación de la PAC en España para que sea flexible en lo medioambiental y dirigida a la productividad y la rentabilidad del sector». Segunda, «apuesta por los regadíos, con aumento de la capacidad de agua embalsable y promoción de la modernización de regadíos». Tercera, «facilidad burocrática y apuesta decidida por la incorporación de jóvenes para facilitar el relevo generacional».
RESTRICTIVO. Comprendemos que, en un solo año, es imposible corregir el histórico déficit de almacenamiento y regulación hidrológica que padece Palencia. Así que seremos comprensivos al juzgar ese punto. Pero sí subrayamos que el Ministerio de Transición Ecológica sigue su política restrictiva, sin visos de corregir el Plan Hidrológico del Duero 2022-2027 que impuso, pese al rechazo del Consejo del Agua de nuestra cuenca.
Estamos en el ecuador del plazo para presentar la solicitud de ayudas de la PAC 2025, un momento idóneo y práctico de comprobar, en carnes propias, si hay una sensible mejora en las otras dos peticiones: por un lado, si la PAC es menos medioambientalista y piensa más en la rentabilidad de las explotaciones agroganaderas; y por otro, si exige menos burocracia. Los profesionales del campo, así como el personal que los asesora para cumplimentar la PAC en las diversas oficinas públicas y privadas, pueden hablar por experiencia. La nuestra, en ASAJA, es que poco ha cambiado. Casi nada. Ojalá el giro (al menos en el discurso) de los nuevos mandatarios políticos de Bruselas, llegue en la futura PAC y no se quede en palabras. De momento, seguimos prácticamente igual. Dejamos para otros el dulzor de la autocomplacencia y el regusto del licor triunfalista./
«en apenas nueve meses de un embarazo (de abril a diciembre DE 2024), el ministro luis planas presume de haber dado la vuelta al sector agroganadero nacional. Más fácil que a un calcetín. Lo peor no es que quiera convencernos de ello a los profesionales del campo. Lo peor es que haya quienes así lo creen.»