ASAJA ha advertido sobre las complicaciones que las intensas tormentas de estos días están causando en determinadas zonas y producciones agrícolas. Aunque es evidente que el agua es una buena noticia para el campo, y más tras la dramática sequía de 2017, lo cierto es que la concentración de precipitaciones, caídas además de forma violenta, acompañadas de vendaval y granizo, está ocasionando perjuicios en el campo.
En lo que se refiere al secano, en general el agua de mayo es valiosa y positiva de cara a la futura cosecha. No obstante, la prolongación de las precipitaciones y el encharcamiento de algunas tierras trae como contrapartida enfermedades y hongos, lo que hace precisos nuevos tratamientos que normalmente en estas fechas, en las que el agua no abunda en la meseta, no son necesarios. En general el cereal remonta tras ser tumbado por la lluvia, pero si lo que cae es granizo, como está ocurriendo estos días, el daño puede ser total, por lo que ASAJA insiste una vez más en el seguro como herramienta esencial de gestión de los riesgos de la explotación agraria.
Tampoco favorece el exceso de agua a los ensilados y forrajes, puesto que es necesario que lleguen días de sol para poder entrar en las tierras y hacer los cortes de siega oportunos.
Pero sin duda los más perjudicados por este largo episodio de tormentas son los agricultores de regadío. Tras una primavera lluviosa que ha permitido recargar todos los sistemas regables, lo ideal era un mes de mayo tranquilo que les hubiera dejado concluir siembras (algunas todavía están coleando, en remolacha, maíz o patatas) y acompañar a los cultivos ya en tierra en su crecimiento. Sin embargo, al día de hoy, son numerosas las fincas que, con las plantas de patata o remolacha nacidas, están completamente encharcadas, tras registrarse copiosas lluvias de entre 30 a 50 litros por metro cuadrado.
En cuanto al viñedo, aunque en estos momentos el agua no aporta a la cepa y puede dar más problemas de enfermedades, hay que valorar también que la tierra necesita todavía recargarse para soportar el largo y seco verano. En todo caso, como ocurre con el cereal, es el granizo el peligro más fulminante para las viñas.
Así pues, aunque el agua es sin duda una buena noticia, y especialmente importante para que la ganadería de extensivo afronte el verano con unos pastos nutridos y reservas de agua, “nunca llueve a gusto de todos”, tal como apunta el refrán.