Tras varios meses de estabilidad, el girasol se ha unido a la tónica bajista de la cotización que ya vienen acusando los cereales de manera sostenida (con pérdidas en el último año que rondan el 30%), según la sesión celebrada este miércoles 24 de enero en la Lonja de León. Tanto el girasol convencional como el alto oleico perdieron cinco euros por tonelada, idéntica caída que registraron en Santa María del Páramo los precios para el trigo y el centeno. Más moderado fue el descenso —tres euros/tonelada— en el maíz y la cebada, que ronda ya el psicológico umbral de los doscientos euros la tonelada, perdido por el centeno hace una semana y, por lo visto en la lonja leonesa, sin perspectivas de recuperación, al menos a corto plazo.
No es una noticia buena para el sector agrario que el girasol, después de una campaña con precio estabilizado, se haya unido a la tónica bajista que padecen los cereales desde hace semanas. Y no sólo por la depreciación, sino también porque aumentarán, aún más si cabe, las dudas del agricultor a la hora de plantear sus cultivos. La ruptura de estabilidad del girasol, de confirmarse en próximas sesiones, no hará sino incrementar la incertidumbre sobre los precios futuros de venta de unas producciones cuyos costes siguen elevados.
Por lo que respecta al cereal, la propia Lonja de León señala en su página web que la nueva bajada —con la excepción de la avena, que repitió en 255 euros la tonelada— se halla «en consonancia con los mercados internacionales».
IMPORTACIONES DAÑINAS. «Todas las noticias que llegan de fuera parecen tener hoy un peso negativo en las cotizaciones y además la abundante oferta en los puertos ha paralizado las ventas de nuestro cereal», reconoce la entidad, que no hace sino poner el dedo en una llaga que lleva meses denunciando ASAJA: la importación descontrolada de grano que llega a los puertos españoles está depreciando la mercancía nacional y poniendo en serio riesgo la rentabilidad de las explotaciones.
En definitiva, la tonelada de cereal viene cayendo un promedio de cuatro euros semana tras semana, de modo que entramos en la recta final de enero con caídas interanuales que rondan el 30%. Con la excepción de la avena (que amortigua su pérdida en el último año al -12%), la merma de cotización es alarmante a los costes de producción actuales, con severas depreciaciones del trigo (-28,5%), la cebada (-29%), el centeno (-30%) y el maíz (-29%).
Más allá de la pérdida económica para nuestros agricultores, que es importante y que repercute, sin duda alguna, en otros sectores en términos de renta y de empleos, hay que juzgar si estas prácticas no terminan minando la posibilidad de una autosuficiencia alimentaria en España y en la Unión Europea, objetivo estratégico deseable en un contexto internacional tan delicado como el que se vive desde hace años./