Michèle Boudoin, presidenta del Grupo de Trabajo ‘Ovino y caprino’ del Copa-Cogeca
Dominique Fayel, presidente del Grupo de Trabajo ‘Carne de vacuno’ del Copa-Cogeca
Los sectores de carne de vacuno y ovino son clave del patrimonio cultural y gastronómico europeo. Sin embargo, debido a una multitud de razones, se han visto afectados por un descenso en la producción. Además, están sometidos a una presión extrema como consecuencia del acceso al mercado concedido a otros países y de las iniciativas normativas de la UE.
Por un lado, la UE está poniendo en marcha, en el marco del Pacto Verde Europeo, una serie de iniciativas que podrían requerir una gran inversión en las explotaciones. También busca activamente desincentivar el consumo de carne roja a pesar de las recomendaciones nutricionales y carece de un enfoque global en lo que respecta a las consideraciones medioambientales.
Al mismo tiempo, y por otro lado, permite a terceros países un mayor acceso al mercado de los productos de nuestro sector, independientemente de los métodos de producción en el extranjero. Esto nos deja en una situación desesperada: hay una pérdida de competitividad y un declive de la producción, y se ignoran las fugas ambientales.
Por tanto, no es de extrañar que, en general, los sectores de la carne de vacuno y ovino de la Unión Europea no puedan soportar más concesiones a sus socios de terceros países durante las negociaciones comerciales. Las consecuencias acumuladas empiezan a dejar huella y nuestros agricultores las perciben con gran acritud, especialmente en un momento en el que se les pide constantemente que hagan e inviertan más para mejorar su producción.
NORMAS Y RECIPROCIDAD. Las causas de este resentimiento son la falta de reciprocidad y la imposibilidad de imponer las estrictas normas europeas de manera eficaz a nuestros socios de terceros países, especialmente en lo relativo a la realidad ganadera, al tiempo que se permite un mayor acceso al mercado.
Por lo tanto, es lógico que nos opongamos a cualquier acceso adicional al mercado que perjudique aún más la renta de nuestros agricultores, ponga en peligro nuestra producción y desincentive las inversiones necesarias para mejorar la producción local europea.
La soberanía alimentaria en la UE, en lo que respecta a la producción bovina y ovina, es clave para satisfacer las demandas de los ciudadanos relativas a la seguridad alimentaria, la calidad y la proximidad. Además, es vital para garantizar el empleo, la captura de carbono en los pastizales, la protección de la biodiversidad y la gestión del paisaje y del patrimonio cultural.
Asimismo, cualquier acceso a los contingentes deberá cumplir con la normativa europea relativa a la prohibición del uso de antibióticos como promotores del crecimiento, tal y como se recoge en el acto delegado por el que se desarrolla el artículo 118 del Reglamento 6/2019.
En general, deberían quedar excluidos los animales que hayan recibido tratamiento con productos no autorizados en la UE y también los animales tratados con productos autorizados, pero sometidos a controles menos rigurosos. El acceso al contingente debe estar sujeto al cumplimiento de la normativa de transporte terrestre prevista en el Reglamento 1/2005 de la UE en lo que se refiere a la duración y la densidad.
PRÓXIMA REVISIÓN. Los expertos y mediadores comerciales de la Unión deben tener en cuenta que en otoño de 2023 se espera un nuevo paquete de propuestas sobre el bienestar en granja, el bienestar durante el transporte, el bienestar en el momento del sacrificio y el etiquetado sobre bienestar.
Se prevé que esto conllevará inversiones adicionales por parte de los ganaderos de la UE. Por tanto, cualquier normativa comunitaria que no se imponga a los terceros países que exporten carne de vacuno y ovino a la UE (incluidas las ya vigentes) aumentará su ventaja competitiva frente a nuestros productores.
Hasta la fecha, a nivel de las explotaciones, no se han impuesto las normas europeas en materia de bienestar animal en granja a las importaciones de animales vivos ni a las de productos animales.
Sin embargo, la diferencia de costes e inversiones con los ganaderos de terceros países se da principalmente en las explotaciones y es ahí donde los productores de la UE corren más riesgo de sufrir la competencia desleal. Por si fuera poco, también confunde a los consumidores, que no conocen necesariamente la realidad de la producción en otros países.
En cuanto a las negociaciones presentes y futuras, existen ciertos aspectos en ambos sectores que deberían considerarse cuidadosamente para rebajar la presión y evitar perturbaciones en el mercado.
La carne de ovino
- Una de las particularidades del sector de la carne de ovino en la Unión Europea es la estacionalidad del mercado, puesto que se registran dos picos en los precios: uno en Semana Santa y otro en Navidad. Los exportadores se aprovechan de esta situación y el mercado se desborda debido la oferta de piernas de cordero durante esas fechas. Una solución creativa podría ser permitir que se extiendan los contingentes arancelarios durante todo el año, mensualmente a ser posible, para que nuestros productores también puedan vender sus productos a buen precio.
- De igual manera, por el bien de los consumidores y de los productores de la UE, debería establecerse una distinción entre los productos frescos y los congelados. El acuerdo entre la Unión Europea y Nueva Zelanda sienta un buen precedente: un contingente arancelario del 65% para los productos congelados y otro del 35% para los frescos o refrigerados.
La carne de vacuno
- Para el sector de la carne de vacuno, sería necesario que el contingente arancelario solo fuera accesible para los cortes de carne procedentes de vacunos jóvenes o novillas criados exclusivamente en pastos.
- Asimismo, haría falta un desglose del año en meses para identificar los mínimos (diciembre y enero) y los máximos (mayo) de la producción.
- También se deben proteger las líneas arancelarias más sensibles (excluirlas para no importar solo cortes de alto valor, introducir un arancel intracontingente y establecer una distinción entre fresco o congelado y con hueso o sin hueso).
- Además, la UE debe ser quien gestione las licencias de importación (o incluso las partes interesadas del sector europeo).
- El acceso al contingente debe quedar supeditado al cumplimiento de la norma europea de identificación y seguimiento individual de los bovinos.
Además, teniendo en cuenta los flujos comerciales, se deben considerar las consecuencias derivadas de los acuerdos bilaterales del Reino Unido. Nos exponemos a que se dupliquen los volúmenes de carne de ovino y de vacuno en el mercado británico tras el Brexit, puesto que el Reino Unido alcanzó sus propios acuerdos comerciales con Australia y Nueva Zelanda. Esto limitaría el acceso de la carne de la Unión a los mercados británicos, pero también podría provocar un desplazamiento de los productos del Reino Unido hacia el mercado comunitario y una inestabilidad general del mercado.
RELEVO GENERACIONAL. La pérdida de competitividad de los sectores comunitarios de la carne de ovino y bovino derivada de esta presión acumulada acarreará graves consecuencias para las economías rurales y su tejido social. No debemos ignorar la fragilidad de los sectores de rumiantes y su importancia para la vitalidad de las zonas rurales comunitarias a la hora de atajar las relaciones comerciales de la UE o las cuestiones relativas al acceso a los mercados. El sector agrario europeo se enfrenta a un desafío demográfico que requiere, principalmente, un sector funcional y productivo.
La única manera de afrontar este reto es mediante la estabilización de los ingresos, una baza para atraer a las generaciones más jóvenes a las profesiones del sector. Más allá de la producción, las dinámicas de creación de nuevas explotaciones son fundamentales para garantizar el mantenimiento de los servicios ecológicos, la captura de carbono en los pastos y praderas destinados a los rumiantes y, en resumen, para proteger los bienes públicos que los jóvenes agricultores generan para la sociedad europea. Si no se tienen en cuenta todos estos elementos en los acuerdos de libre comercio, las consecuencias serán aún más catastróficas./