La sesión de la Lonja de León celebrada este miércoles en Santa María del Páramo ha recuperado la cotización del trigo, que establece a 200 euros/tonelada, cuarenta menos que el precio inicial de la pasada campaña —lo que representa una caída interanual cercana al 17 %—; y diez euros menos que el precio final de hace un mes (-5 %). Sin duda, es una mala noticia para nuestros agricultores, que este año han sembrado unas 120 700 hectáreas de trigo, primer cultivo de Palencia por superficie. A esa cotización, el profesional no repercute los elevados costes de producción que viene padeciendo los últimos años, como se explica en esta información.
Según los datos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, se estima en Palencia una cosecha superior a las 560 000 toneladas. Por tanto, la actual caída interanual del 16,7 % en el precio del trigo —cuarenta euros menos por tonelada que hace un año— implicaría una repercusión negativa para nuestros agricultores —y de modo directo para la economía de la provincia— que puede cuantificarse en 22,4 millones de euros. No es paja, nunca mejor dicho.
El gráfico inferior muestra la evolución del precio medio semanal del trigo en la Lonja de León desde enero de 2020: las cotizaciones de cada campaña aparecen como cadenas de puntos de color turquesa. El asterisco rojo y la línea de puntos del mismo color marcan los 200 euros/tonelada de la cotización actual de este cereal, según los primeros contratos de la actual campaña. Así pues, habría que remontarse hasta el otoño de 2020 para encontrar un precio del trigo más bajo que esos 200 €/t.
Pero… ¿qué ha sucedido desde entonces con los costes de producción? En resumen, prácticamente no se han apeado de subidas de entre el 30 % y el 60 % con respecto a los de 2020. Es decir, se han venido moviento entre el doble y tres veces y media el IPC de ese periodo, que no llega al 17%. Bajemos ahora al detalle.
Según los datos del propio Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su último boletín mensual de estadística (junio 2024), desde ese 2020 hasta este 2024 (datos de febrero, últimos que incluye el MAPA en ese boletín), los precios pagados por los bienes y servicios por los profesionales agrarios han crecido de media casi el 30 % (en concreto, el 29,4 %). En ese periodo, como decimos, el IPC ha variado el 16,7 % (enero 2020-enero2024, según el Instituto Nacional de Estadística), prácticamente la mitad que los costes de producción agraria.
Por eso, cualquier precio del trigo que no ronde hoy los 240-250 euros/tonelada (tendencia marcada en el gráfico con la línea de puntos verde), no permite al agricultor soportar el alza medio de costes de producción que padece desde 2020. Ese umbral mínimo vendría como resultante de aplicar el citado 30 % medio de inflación de costes al precio del trigo en la campaña de 2020, que en la Lonja de León ya se aproximaba a los 185-190 euros/tonelada al términar el verano de ese año.
COMBUSTIBLES Y FERTILIZANTES. Conviene subrayar que ese 30 % de sobrecoste añadido con respecto a la base de 2020 es tan sólo un promedio de los bienes y servicios que paga el agricultor. Pero determinados bienes de gran repercusión para el cultivo del cereal han registrado desde 2020 incrementos de precios muy superiores, caso de los fertilizantes simples (+56 %) y compuestos (+64 %), y sobre todo, de los carburantes (+75 %), siempre según los propios datos del MAPA. La subida de las semillas es más moderada (+22 %), pero tampoco es desdeñable.
Como ASAJA-Palencia viene subrayando, el agricultor no quiere volver a precios desbocados, porque repercuten tanto en el profesional de la ganadería como en la cesta de la compra de todos los consumidores. Pero tampoco es justo que el productor cerealista deba asumir la inflación de costes, quiera o no, porque el mercado interior se condiciona por la importación masiva de grano sin arancel a los puertos españoles, como también está denunciando nuestra organización desde hace tiempo.
BURBUJA DE IDA Y VUELTA. Por otra parte, tampoco puede acusarse al productor cerealista de que ya se benefició de aquellos precios elevadísimos que alcanzó el cereal en el pasado reciente (recordemos que la tonelada de trigo se aproximó a los 360 euros en octubre de 2022 en la lonja leonesa); y que, por tanto, «vaya lo uno por lo otro», por decirlo coloquialmente. La burbuja fue de precio de venta, pero también de costes, como conviene recordar y explicar aquí.
Aquella situación derivó de dos factores: por un lado, aún no se habían abierto las puertas de par en par a esa importación masiva de grano, por los mecanismos de solidaridad de la Unión Europea con Ucrania, y las compraventas se ceñían más a las ofertas y demandas interiores; y por otro, la guerra en aquel país llegó a disparar los costes de producción de manera extraordinaria, tal y como refleja el pequeño cuadrado enmarcado del gráfico, obtenido también del último informe estadístico del MAPA.
El cuadro refleja que, en los ejercicios de 2022 (línea azul), 2023 (línea verde) y lo que va de 2024 (línea roja), la inflación de costes agroganaderos se viene moviendo todo el tiempo entre el 30 % y el 60 % de inflacción con respecto a 2020. Lógicamente, el agricultor ha procurado repercutir ese escenario para recuperar sus grandes gastos de sementera y explotación, especialmente en el primero de los años de este trienio.
PRECIOS DISPARADOS. Según datos del Ministerio, con respecto a precios de enero de 2020, los carburantes llegaron a alcanzar subidas del 124 % (verano de 2022) y los fertilizantes del 144 % (otoño 2022, plena sementera de esa campaña 2022-23). En la actualidad, las subidas se han moderado, pero los costes siguen muy elevados, como saben nuestros asociados.
Con aquellas inflaciones disparadas, a nadie puede extrañar que la curva de la cotización del trigo en la Lonja de León (puntos de color turquesa) también escalasen aquella campaña, que se movió entre los 330 y los 358 euros por tonelada, dado que además la cosecha interior no fue buena y que todo el grano importado desde fuera de la UE pagaba arancel… no como ahora.
En resumen, en un contexto de continua bajada (de hecho, la lonja leonesa retocó esta semana a la baja la cebada dos euros… así que ya veremos cómo evoluciona el trigo en las próximas sesiones), ASAJA quiere insistir en que a los precios actuales no se garantiza la rentabilidad de las explotaciones cerealistas de la provincia de Palencia. Ni siquiera con los rendimientos estimados por encima de la media. La Consejería prevé para nuestra provincia en torno a los 4360 kilos por hectárea en el conjunto del cereal (algo más, unos 4640 kg/ha en el trigo), incluidos secanos y regadíos, según los datos proporcionados a primeros de julio. Por desgracia, producir es sólo una cara de la moneda; la otra es vender la cosecha a un precio justo que garantice la viabilidad económica de la explotación./