El sector agrario ha perdido, 75 000 explotaciones agrarias en el periodo 2010-2020, según los datos del INE, merma a la que habría que sumar al menos 5000 explotaciones más por el goteo incesante y continuado de abandonos y cierres en los últimos cuatro años. Los elevados costes de producción, las inclemencias meteorológicas, la competencia de producciones de terceros países y unos precios en origen que no permiten la rentabilidad motivan que el sector agrario carezca de margen para soportar nuevos incrementos de los costes salariales sin una compensación. ASAJA no se opone a las mejoras salariales de los trabajadores, pero sí denuncia los efectos sobre la rentabilidad y la competitividad del sector, y que las medidas no se acompañen de compensaciones o bonificaciones para aminorar su impacto negativo en ese sentido.
El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) quedó fijado en 655 euros en 2016 y hoy asciende a 1134 euros, que con el último incremento propuesto de cincuenta euros puede alcanzar los 1184 euros. El sector agrario ha soportado una subida global del SMI del 80 %, sin que se hayan previsto compensaciones o bonificaciones que alivien las cargas sociales que asumen los empresarios agrarios, como hemos reclamado en reiteradas ocasiones desde ASAJA.
El incremento de cincuenta euros en el SMI que propone la ministra Yolanda Diaz tiene un impacto muy superior en el coste salarial mensual para el contratador (unos ochenta euros más por trabajador). Con las cotizaciones sociales a cargo de la empresa y el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (que subirá cada año hasta 2029), el coste mensual se sitúa en los 1903 euros, de los que 720 euros (casi el 38 %) corresponden a impuestos y cotizaciones.
MENOS EMPLEOS. Esta subida del SMI, como ya ocurrió con las anteriores, generará también efectos directos sobre el empleo en el sector. Según nuestras estimaciones, en los últimos años se han perdido 90 000 puestos de trabajo en el campo.
ASAJA lamenta que asistimos a la paradoja de que no hay mano de obra no ya para atender las campañas de recolección más importantes, sino ni siquiera las actividades cotidianas propias de las explotaciones agrícolas y ganaderas.
Además, también es importante precisar que la subida del SMI va a tener efectos destructores sobre los procesos de negociación colectiva abiertos y sobre los convenios en vigor. En suma, se podría decir que dinamita la negociación colectiva.
INSENSIBILIDAD. Pero, con ser grave, no sólo el SMI condiciona tan negativamente el aspecto laboral en las empresas agrarias. El Ministerio de Trabajo ha demostrado no tener sensibilidad ninguna, ni querer prestar el más mínimo apoyo al sector primario, como ha quedado patente con el resultado de una reforma laboral a todas luces perjudicial para el campo, con los incrementos de costes laborales y salariales año tras año, y con el resultado pendiente de la negociación de una reducción de la jornada laboral, que tendría efectos inmediatos y contraproducentes para el sector, caso de llevarse a cabo.
En conclusión, para el sector agrario es inasumible cualquier tipo de nueva subida en el momento actual. Dicho esto, reiteramos que ASAJA no rechaza las subidas o las mejoras salariales que se puedan adoptar para los trabajadores. Pero, en la situación crítica que atraviesa el sector agraroganadero, tendría efectos devastadores para la productividad y la competitividad de las explotaciones, salvo que esas medidas para beneficiar al contratado se vean acompañadas de compensaciones o bonificaciones para el contratador, y así pueda aminorar el impacto negativo en sus costes laborales./