La Comisión Europea ha publicado dos informes conjuntos [1][2] sobre prácticas fraudulentas en las importaciones de miel que llegan a la UE. Los investigadores sospechan que en el 46% de las muestras recogidas se han añadido jarabes, una práctica conocida como adulteración. El Copa y la Cogeca llevan denunciando esta dramática situación durante años. Ya es hora de que la UE ponga en marcha las soluciones de sobra conocidas y respaldadas de forma unánime por el sector.
Gracias al trabajo conjunto llevado a cabo por la DG SANTE (Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria), el CCI (Centro Común de Investigación) y la OLAF (Oficina Europea Anti-Fraude), la Comisión Europea ha cuantificado una realidad alarmante: se sospecha que, de las 320 muestras recibidas de las autoridades nacionales competentes, 147 (46%) no cumplen con los requisitos de la Directiva comunitaria sobre la miel. Casi el 74% de las muestras de miel chinas, el 93% de las turcas y el 100% de las británicas se consideraron sospechosas.
En referencia al informe del CCI, Stanislav Jaš, presidente del Grupo de Trabajo «Miel» del Copa y la Cogeca, ha declarado lo siguiente: «La investigación muestra claramente el origen del problema. Si prácticamente uno de cada dos productos melíferos que llegan a la Unión Europea está adulterado, quiere decir que el 20% de toda la «miel» que se consume en la UE lo está. Para colmo, algunas de estas mieles falsas entran en la UE a un precio irrisorio de 1,50 €/kg desde un número relativamente pequeño de países. No es de extrañar que estemos ante una auténtica catástrofe agrícola en la UE». El segundo informe de la DG SANTE también presenta importantes conclusiones. La Comisión «confirma que una parte considerable de la miel importada de países extracomunitarios y comercializada en la UE es sospechosa de incumplir las disposiciones de la Directiva comunitaria sobre la miel y que, además, esto pasa desapercibido». El informe también subraya que «todavía necesitamos métodos analíticos mejorados, unificados y ampliamente aceptados para aumentar la capacidad de los laboratorios de control oficiales para detectar la miel adulterada con jarabes de azúcar».
Etienne Bruneau, vicepresidente del Grupo de Trabajo, añadió: «¿Cuándo sabrán los consumidores, por fin, lo que se llevan a la boca? Para que esto ocurra, deberíamos solventar tres cuestiones prioritarias a nivel comunitario. En primer lugar, en el etiquetado de las mezclas de miel se debe imponer la obligación de mencionar los respectivos países de origen en orden descendente, junto con el porcentaje que le corresponde a cada uno. En segundo lugar, la Unión Europea debe actualizar los métodos oficiales a disposición de las autoridades de control nacionales para la detección de posibles fraudes en la miel y establecer un centro comunitario de referencia para asegurar la mejora continua de estos métodos. En tercer lugar, los Estados miembro deben reforzar los controles y comprobar sistemáticamente los lotes de miel importados mediante estos métodos perfeccionados, combinados con garantías de trazabilidad de la colmena al tarro».
Los dirigentes políticos europeos deben actuar sin más dilación para evitar el descalabro de esta profesión, que provocaría una gran disminución de la población de abejas melíferas en el continente. El Copa y la Cogeca instan a la DG AGRI a realizar una revisión exhaustiva de la Directiva comunitaria sobre la miel en los próximos meses.