JOSÉ LUIS MARCOS | Presidente de ASAJA-Palencia
CADA diciembre, quien más, quien menos, repasa qué dio de sí el año que enfila su recta final. También ASAJA-Palencia lleva a cabo ese balance este mes mediante una jornada en la que celebramos la última reunión del ejercicio de nuestra junta provincial, órgano donde están representadas y participan no sólo todas las zonas de la provincia, sino también los diversos sectores agroganaderos.
Nuestro último número de 2024 del mensual Campo Palentino informa de ese día especial, que además exponemos ante la opinión pública a través de los medios de comunicación, y que este año llegó en vísperas de otra movilización agraria en Madrid, la que desarrollamos el 16 de diciembre ante el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, convocada por ASAJA y COAG a nivel nacional… Así pues, si 2024 empezó prácticamente con los profesionales del campo en la calle, casi lo hemos terminado de la misma manera: desde luego, no parece buen síntoma, ni mucho menos.
PRECIOS AJUSTADOS. Para no pecar de ver sólo la botella medio vacía, hay que reconocer que en nuestra ganadería no faltan contratiempos, pero en general la producción de carne y de leche este año que termina ha percibido (y ya era hora) unos precios que permiten la rentabilidad de las explotaciones.
Muchas dificultades se unen para la continuidad de la sacrificada profesión ganadera. Si se hubieran añadido este 2024 unos precios insuficientes, entonces sí que el goteo de cierre de explotaciones se habría convertido en un grifo abierto.
Así y todo, en los últimos doce meses desaparece una explotación de leche en Castilla y León cada dos días. Porque enemigos del sector no faltan: unos, con cuatro patas y mañas de lobo; y otros, que caminan con dos piernas y se disfrazan con piel de cordero.
VERTEBRADOR. Veremos, en ese sentido, si el anunciado acuerdo de la Unión Europea con el Mercosur no añade nuevos rejones a los que sufre, a diestro y siniestro, la ganadería española, una actividad que (nunca se dirá bastante) vertebra más el medio rural de nuestro país que tantos programas políticos que se venden con mucho ruido y que dejan pocas nueces.
En esa misma tónica de ver la botella medio llena, la cosecha ofreció en términos generales unos rendimientos más que aceptables. De hecho, la mayoría de los agricultores, contando con la lógica diversidad de cultivos y zonas en un territorio diverso como la provincia de Palencia, firmaría para todos los años el promedio de kilos por hectárea que hemos recogido en este 2024, pero… ahí vienen los problemas: en el «pero».
VIGA MAESTRA. Si nos ceñimos al principal subsector de nuestra provincia, los cereales —viga maestra no sólo de nuestra renta agraria, sino de mucho empleo y actividad económica de la provincia— recordemos que 2023 ya se saldó con una pérdida de un tercio del precio que recibíamos.
Pero la caída ha proseguido en este año que termina y, desde niveles bajísimos, alcanza aproximadamente el 40 % en dos años, hasta situar el grano en cotizaciones de 2020, cuando nuestros costes han subido en este cuatrienio más del 41 % (dato de Eurostat).
Para acabar, hagamos ahora un poco de ficción socioeconómica en la recta final de un 2024 de movilizaciones (seguirán en 2025, sin duda, si las políticas del sector no cambian). ¿Qué habría hecho este año cualquier colectivo laboral o productivo de nuestro país si les hubiesen bajado el 40 % sus ingresos en los dos últimos años, y si además le hubieran aumentado la jornada —o los costes— el 41 % con respecto a 2020? Demasiado poco nos movilizamos, la verdad, demasiado poco… Si fuera por algunos, no saldríamos de las calles. Pero la mayor parte del año no queda más remedio que trabajar para sacar adelante nuestra explotación. Y presentar papeles, claro, que ésa es (sigue siendo) otra./
«EL PRECIO QUE NOS PAGAN POR NUESTROS CEREALES HA VUELTO A NIVELES DE 2020, CUANDO LOS COSTES DE PRODUCCIÓN QUE SOPORTAMOS se han incrementadO EN ESTE CUATRIENIO MÁS DEL 41 %.»