Hace unos días el Boletín Oficial del Estado ha publicado la revisión del plan hidrológico de la parte española del Duero, el cual está incluido dentro de los Planes Hidrológicos de Tercer Ciclo, que definen las líneas de actuación para gestionar recursos hídricos en España hasta el año 2027.
Según indica el Ministerio para la Transición Ecológica «los planes se han elaborado para dar respuesta a los desafíos del cambio climático, como los fenómenos extremos y las sequías e inundaciones». Estas medidas «buscan mitigar el riesgo de inundaciones y sequías, contribuir a alcanzar los objetivos ambientales y proteger la biodiversidad al tiempo que se avanza el adaptación al cambio climático».
El presupuesto de este plan nacional es de 22.844 millones de euros (2.265,4 millones corresponden al Duero), donde 10.600 millones los financiará el Estado, 8.300 millones las autonomías, 2.300 las administraciones locales y 1.500 millones otros agentes. De este montante, las inversiones destinadas a infraestructuras de regadío ascenderán a 5.071 millones de euros (22,2% del presupuesto total) de los que el Duero tiene presupuestados 1.187,7 millones de euros.
«Para adaptarse a una realidad en la que el cambio climático reducirá la disponibilidad de agua […] se reducen las asignaciones para los distintos usos pasando de los 28.000 hm3/año que marcaba la anterior planificación a 26.800 hm3/año». El MITECO vuelve a cometer el error de costumbre, como teóricamente habrá menos agua vamos a consumir menos en lugar de pensar que lo suyo es almacenar más y, de paso, conseguir evitar las riadas que se producen reiteradamente en ciertas zonas. El plan hidrológico del Duero contemplaba en su período anterior varias infraestructuras para almacenar agua en nuestra provincia, la más importante en tamaño la de Las Cuezas -obra que se viene gestando desde hace décadas y cuyo inicio siempre encuentra algún motivo para retrasarse- pero también había otras obras de menor tamaño pero muy importantes para los beneficarios de las mismas, estamos hablando de la concesión de agua del canal Cea-Carrión (Sector V – Fase I) que transformaría en regadío 690 hectáreas de Fuentes de Nava y Autillo de Campos, y de dos pequeños embalses que regularían los ríos Boedo y Burejo (esto es lo que decía el plan hidrológico actual: «En el horizonte 2027 Boedo y Burejo regularán la cabecera de los ríos homónimos. La finalidad de estos embalses es consolidar el regadío existente en las cuencas de los ríos Boedo y Burejo y el desarrollo de nuevas zonas regables»). Estas tres obras han desaparecido del plan hidrológico junto con la presa estudiada en Valle de Cerrato, y además, habrá que seguir viendo cómo el agua que baja por el río Rubagón es desperdiciada cuando en parte podría ser acumulada en el embalse de Aguilar de Campoo.
Además, el bananismo de nuestro país es tal que los planes se informan a los consejos del agua pero da igual que éstos los aprueben o no. Concretamente, en el Consejo del Agua del Duero se tumbó la propuesta del MITECO pero todo el sector era conocedor de que no serviría de nada porque la última palabra, por no decir la única, la tiene el Ministerio y el Gobierno. Así que nos esperan varios años más de sequía pero no meteorológica sino de necesarias infraestructuras.