Anoche leía con estupor una noticia en la que se comentaba la condena a un ganadero por aplicar purín en unas tierras agrícolas y los posteriores comentarios de toda índole, con más o menos criterio y con más o menos educación. El estupor se convirtió en indignación, no por la noticia en sí, pues casi no tengo datos para hacer un juicio objetivo, pero sí por la normativa citada en la noticia, la cual me parece a todas luces injusta, pues cinco meses sin poder aplicar estiércol o purines en tierras de labor además de injusto es injustificable.
Pero dejando la noticia y los desagradables comentarios aparte, me gustaría recordar las propiedades del estiércol y los purines, aplicados correctamente como es de obligado cumplimiento desde hace algún tiempo. Diez metros cúbicos de purín de vacuno, que es del que tengo análisis y de lo que conozco realmente, contienen en torno a 33 kg de nitrógeno, 13 kg de fósforo y unos 34 kg de potasio como componentes más notables y en mayor cantidad. Para hacernos una idea, un camión de 25 toneladas de un abono mineral con una composición 15-15-15 contendría aproximadamente 3750 kg de cada uno de los componentes por lo tanto un camión de unas 25 tn de ese abono mineral sería el equivalente a 1136 metros cúbicos de purín (hablamos siempre de un purín con una densidad y una materia seca calculado según la media de las analíticas anuales de una explotación ganadera intensiva teniendo en cuenta los distintos periodos de lluvia y estivales) y si en el mejor de los casos las cisternas de purín tendrán una capacidad media de 15 metros cúbicos hablamos de que cada camión de abono mineral equivale a unas 76 cisternas de purín, o lo que es lo mismo y a lo que nos tendríamos que ir, que cada 76 cisternas de purín que se aplican junto a las explotaciones ganaderas evitan el consumo de un camión de abono mineral sin desplazamientos y de barcos, puertos y camiones con la gran emisión de CO2 que esto produce.
No acaban ahí los beneficios de la aplicación de abonos orgánicos. Es ingente la cantidad de materia orgánica que se devuelve a la tierra y, al aportarla al suelo, volvemos a fijar una parte del CO2 capturado por las plantas que alimentaron a los animales y que, una vez aprovechados los nutrientes, vuelven a la tierra con el estiércol, dicho CO2 se captura y será liberado durante los siguientes diez años sirviendo a su vez como alimento y cobijo para una increíble microfauna de artrópodos, anélidos, etc.
Por supuesto que la aplicación de purines genera olores y alguna molestia, pero cuando se aplica purín o estiércol, y se incorpora al suelo labrando la tierra seguidamente, los olores disminuyen y los nutrientes se fijan para estar disponibles en un cultivo posterior y, teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de materia orgánica que tienen los suelos de Castilla y León, con la escasa pluviometría de nuestra Castilla el riesgo de lixiviación es mínimo. La aplicación correcta de los estiércoles y purines bien compensa las molestias que puedan provocar los olores o los ganaderos que vivimos en el campo.
Si quien viene a los pueblos a pasar los días de descanso, antes de criticar y quejarse de esas molestias, se tomase un momento para pensar en lo que acabo de decir e intentase comprender la realidad de la ganadería, los beneficios que aporta y los maravillosos alimentos que producimos, nos resultaría a todos mucho más fácil la vida en el pueblo. La gran mayoría de los ganaderos ya estamos haciendo esfuerzos inmensos para disminuir el impacto de la ganadería en los pueblos y en el medioambiente, instalamos placas solares con las que producimos de forma verde una parte de la electricidad que consumimos, aplicamos los purines sobre suelos ya labrados para facilitar la incorporación al suelo y labramos el purín seguidamente a su aplicación consiguiendo que la parte más volátil se fije a la tierra y, con la mejora genética, alimenticia y el bienestar animal hemos conseguido reducir de forma más que importante las emisiones de metano porque si hace cuatro o cinco décadas para producir un 25% menos de la leche que se produce hoy se necesitaban un 30% más de vacas de las que hay hoy.
Por lo tanto los avances son constantes y notables pero no somos capaces de decirle a una sociedad urbanita que no conoce el mundo rural -tampoco tiene porque conocerlo si los rurales no somos capaces de mostrarlo- que somos buenos en lo que hacemos, que Castilla y León por clima, por superficie y por tradición es la región ideal para producir alimentos de origen ganadero y ser sostenibles a nivel de medio ambiente a poco que queramos todos los que vivimos y nos visiten en el medio rural y por supuesto las administraciones públicas que tienen ponerse a legislar facilitando la implantación de medidas y labores que favorezcan el medio ambiente en lugar de ponerse de lado dejando puertas abiertas para que la injusticia y el desconocimiento lleven al creación de normativas injustificables que no responden más que al populismo insulso de quienes tienen como única prioridad el centro de su orondo ombligo.
No sé si mis palabras pueden dar luz a alguna persona si alguien en algún momento de la lectura ha podido pensar en esta realidad, pero sí sé que todo lo que escribo está avalado por la verdad y por una imperiosa necesidad de convivir con los vecinos de los pueblos urbanitas y rurales dentro de un respeto igual al que nosotros damos cuando vamos a las ciudades y no pretendemos cambiar su forma de vida, su molesto tráfico y los olores de las industrias que las rodean, que parecen no molestar pues dan infinidad de puestos de trabajo.
Por último, una reflexión. ¿Por qué se criminaliza tanto el campo cuando en los días de confinamiento total la contaminación atmosférica disminuyó hasta niveles desconocidos en las diez últimas décadas? La agricultura y la ganadería generan gases de efecto invernadero pero ¿qué otras actividades industriales tienen per sé un efecto sumidero y la posibilidad de capturar CO2 por su propia actividad?
Ya sólo desear a todo el mundo, a los que vivimos en los pueblos, a los que vienen a visitarnos y a los que no disfrutan del campo, que el próximo año nos traiga salud para todos y un poco de concordia para que todos podamos vivir haciendo lo que nos gusta.
Un sentido y cariñoso recuerdo para los que se fueron en este trágico año.
Feliz 2021.
Fernando Gutiérrez es ganadero de vacuno de leche en Quintana del Puente (Palencia)