Por Honorato Meneses, presidente ASAJA PALENCIA
Si la región ha vivido una profunda reconversión en el sector remolachero en los últimos años, nuestra provincia ha sido una de las más perjudicadas de Castilla y León, con el sacrificio de dos fábricas: Venta de Baños en 1998 y Monzón, en 2003. Un palo para la agricultura y la economía palentinas, por el valor añadido y el empleo que generaba, sin olvidar los compromisos que adquirió la industria y que luego no se han cumplido.
Ésta es la cara visible de la crisis del azúcar de la que se viene hablando cada cierto tiempo. Una crisis que se acentuó con la reconversión del sector, al desaparecer las cuotas como consecuencia de las políticas europeas.
La caída de la superficie sembrada ha sido una de las consecuencias directas de todo ello. En nuestra provincia se llegaron a cultivar 10.000 hectáreas de raíz, y este último año, apenas se han superado las 1.800. La reforma de la política comunitaria relacionada con el azúcar a partir de 2006 tuvo como resultado una reducción del precio base de la remolacha desde los más de 48 euros por tonelada hasta los 26. Un descenso del valor de la tonelada que sólo se compensaba parcialmente por las ayudas de las administraciones. Y en esa lucha ASAJA tuvo mucho que ver, ya que logró compensaciones para los cultivadores afectados por la crisis.
En estos momentos el sector recibe un nuevo varapalo, tras la decisión de Azucarera de recortar más de seis euros el precio de la remolacha. Una medida que supone una ruptura del Acuerdo Marco Interprofesional vigente hasta 2020.
Desde ASAJA se está haciendo lo imposible para revertir esta situación y lograr que se garantice la estabilidad del sector. Incluso ha decidido, de la mano de otras organizaciones, acudir al arbitraje de la Cámara Oficial de Comercio para denunciar esta injusta decisión.
Hay que apostar por la remolacha, desde luego. ASAJA así lo ha hecho, defendiendo desde el principio al sector integrado por los mejores productores de remolacha del mundo. Pero el futuro de este sector pasa por un precio acorde a la inversión realizada por el agricultor, que convierta en rentable la actividad.
Palencia tiene una gran tradición remolachera, un cultivo que trajo riqueza, que fue puntero y que social y económicamente ha tenido una gran importancia. El colectivo ha alcanzado cotas altísimas de profesionalidad, en gran parte gracias a Aimcra -entidad que sigue trabajando en la mejora productiva del cultivo- y al esfuerzo realizado por los agricultores, tanto en innovación tecnológica como en inversiones. Un ejemplo de este trabajo es que en unos cuantos años se han duplicado los rendimientos por hectárea, pasando de 60 a 120 toneladas de media.
Por eso nos duele aún más ver cómo la industria maltrata al sector en una zona básicamente cerealista, donde la remolacha fue la más importante alternativa de cultivo.
Pocas provincias tienen la suerte de contar con una situación tan favorable desde el punto de vista logístico y estratégico en comunicaciones como Palencia. Pero ni eso evitó el cierre de nuestras azucareras.
Desde ASAJA seguimos apostando por la remolacha, cultivo generador de empleo y riqueza. Pero no admitimos que sea a costa del agricultor, motivo por el que la industria, en este caso Azucarera, nos tendrá enfrente mientras mantenga esta línea de actuación.