Por Alfonso Núñez Plaza
Estupefacción es lo que sentimos quienes seguimos la entrevista televisada al presidente Zapatero. El martes quedó en evidencia su desconocimiento de muchos e importantes asuntos que afectan a la ciudadanía y en concreto, al sector agroganadero. Triste es que no sepa lo que cuesta un café, pero lo que de verdad nos avergüenza es su ignorancia sobre la reforma de la OCM del azúcar cuyas nefastas consecuencias sufren los remolacheros de la región y la provincia. Porque su respuesta sólo puede tener dos explicaciones: la ignorancia o la hipocresía.
El presidente Zapatero tuvo la desfachatez de salir al paso de la pregunta sobre la reforma del azúcar argumentando que se trataba de una reestructuración pactada con las organizaciones agrarias, y asegurando que se compensará merecidamente a los remolacheros que abandonen el cultivo. Y se quedó tan ancho.
Habrá que recordar al presidente que la reforma fue negociada –mal negociada- por la ministra de Agricultura, Elena Espinosa, en Bruselas, y que con ello aceptó una reducción radical del precio del azúcar, sin hacer ningún esfuerzo para conseguir que los intereses del país se vieran más favorecidos. Y refrescarle la memoria porque Zapatero se inhibió ante la petición del sector para que fuera el propio presidente quien liderara la defensa de esos intereses ante Bruselas.
El resultado de la negociación fue un rotundo fracaso para España, ya que va a suponer la desaparición de gran parte del cultivo de la remolacha y de la producción azucarera, una catástrofe económica para la región y la provincia. Baste recordar que en Palencia ya está afectando a más de 1.000 agricultores que cultivan 6.700 hectáreas, y que se calculan unas pérdidas que suman 14 millones de euros.
Del desparpajo en la respuesta de Zapatero se desprende que no se acuerda de la petición de dimisión de la ministra por condenar con su negociación a la desaparición a un sector tan importante como el remolachero, que en la provincia ha conseguido un elevadísimo grado de modernización y unos rendimientos que nos sitúan a la cabeza de Europa.
Y qué decir del mensaje pretendidamente “tranquilizador” lanzado por el presidente sobre las compensaciones que van a recibir los cultivadores que se vean obligados a abandonar. Zapatero no tiene ni idea de la pérdida de rentabilidad de las explotaciones remolacheras. Es más, a día de hoy los agricultores no han cobrado ni un céntimo para compensar las consecuencias de la reforma y lo que es peor, ni siquiera saben cuándo y cuánto van a cobrar. La única verdad que tienen ante sí es que los 48 euros que recibían por tonelada antes de la reforma se han convertido en 33 en esta campaña.
Hay que tener poca vergüenza para bendecir ante el país un acuerdo que ha sido considerado por el sector agrario como catastrófico, a pesar de que ahora el presidente mienta descaradamente y asegure que fue consensuado con las organizaciones agrarias. En esta ocasión sí hubo consenso entre las tres OPAS, pero en lo que estuvieron de acuerdo fue precisamente en su rechazo al documento. Hay que tener mucha cara para “sacar pecho” por la reforma y considerar el acuerdo positivo cuando el resultado no es más que la muestra de la ineficacia, ineptitud y sumisión del Gobierno de Zapatero.
Nos vendió también el presidente la Ley de Desarrollo Rural como la panacea para solucionar todos los problemas del campo. Pero el sector no ha acogido calurosamente esta iniciativa. Más bien se muestra escéptico ante lo que considera otro capítulo más de un culebrón –el de las políticas de desarrollo rural- en que los agricultores y ganaderos tienen solo un papel de actores secundarios.
La imagen que ofreció Zapatero del sector remolachero ante la audiencia no se corresponde de ninguna manera a la realidad. Desde luego, ningún cultivador de remolacha se puede sentir identificado con el panorama idílico que el presidente describió. A quienes vivimos de y por el sector nos preocupa que la sociedad en general conozca la verdadera realidad, y se entere de una vez que la reforma se ha hecho a espaldas del sector, sin recibir en ningún momento el respaldo de ningún cultivador, y desde luego tampoco el de ASAJA.