UNA FERIA ALIMENTARIA DE ESPALDAS A LOS AGRICULTORES

La Feria Alimentaria de Castilla y León, recientemente celebrada en Valladolid, ha sido un buen escaparate para dar a conocer nuestros productos a quienes pueden abrir nuevos mercados.

Opinión

 

UNA
FERIA ALIMENTARIA DE ESPALDAS A LOS AGRICULTORES

 

José
Antonio Turrado

 

L

a
Feria Alimentaria de Castilla y León, recientemente celebrada en Valladolid, ha
sido un buen escaparate para dar a conocer nuestros productos a quienes pueden
abrir nuevos mercados. No cabe duda de que nuestros productos agroalimentarios
son de una calidad contrastada, y que se han dado en estos últimos años pasos
importantes a favor de la misma. Calidad que ha empezado por mejorar las
materias primas, es decir, lo que producen nuestros agricultores y ganaderos. La
modernización de las industrias de transformación aplicando las nuevas
tecnologías, y la investigación y desarrollo que han tenido lugar, han sido
determinantes para que los productos alimenticios de Castilla y León puedan
competir en los mercados nacionales e internacionales tanto en calidad como en
precio.

 

El
gran error de la Feria Alimentaria estuvo, a mi modo de ver y entender, en que
se olvidó al primer escalón de la cadena: al agricultor y ganadero. Y no sólo
es que la feria no contase con la parte de la producción, sino que se celebró
de espaldas al sector agropecuario. Es significativo que quienes producen la
leche, las patatas, las uvas, las hortalizas o la carne no hayan visto la Feria
como algo suyo, como algo que les interese, y más bien al contrario han
considerado como enemigos a quienes exponían en el recinto.

 

Nuestra
industria agroalimentaria no habrá alcanzado el grado de madurez propia de
quienes quieren conquistar los mercados hasta que no normalice sus relaciones
con el sector productor y establezca unas relaciones interprofesionales propias
de países europeos de nuestro entorno. La industria agroalimentaria tiene
necesariamente que contar con el agricultor y ganadero para mejorar la calidad
de los productos y ofrecer aquello que demanda el consumidor, y tiene también
que garantizar unos precios por los productos que permitan una renta digna a la
gente del campo, ya que de lo contrario el abandono del sector será un hecho. Y
en el momento en que no exista la imbricación del sector agrario y el
transformador, y los productos vengan de fuera, ya no vale la publicidad
gratuita de la calidad de los productos de nuestra tierra, pues transformar y
envasar productos de fuera lo puede hacer cualquiera en cualquier parte del
mundo y a buen seguro de forma más eficiente y barata.

 

Por
todo ello, los productos de Castilla y León, con o sin marchamo específico de
calidad, requieren del compromiso y la actuación conjunta de todas las partes
que intervienen en la cadena productiva, y, en mayor medida que ninguna otra, de
la parte agrícola y ganadera. Si nuestra industria agroalimentaria es
inteligente y hace una apuesta de futuro seguro que sabrá entenderlo, y
debería de entenderlo también una administración pública que es más
proclive por ejemplo a degustar los vinos y los quesos que a involucrarse con
los problemas de ganaderos y viticultores. El sector agropecuario está en
crisis, y esa crisis se ha de resolver de la mejor manera posible, de la menos
traumática, y no podemos hablar de un próspero y prometedor sector
agroindustrial si nuestros agricultores y ganaderos tienen que cerrar la puerta
porque sus explotaciones no son viables.

 

La
industria agroalimentaria, aunque se equivoque a la larga, está en su derecho
de no mirar para la parte agrícola, de no querer repartir parte de los
beneficios, y de imponer en vez de negociar. Lo que no es de recibo es que la
administración, nuestro Gobierno regional, permita con complacencia que la
parte más fuerte se desarrolle a costa de arruinar a quien produce. Que permita
márgenes comerciales de escándalo mientras se paga la leche al productor un
quince por ciento menos que hace un año, cuando las patatas se venden a tres
céntimos, las legumbres no valen nada, y la carne no levanta cabeza.

 

En la
Feria Alimentaria de Valladolid las empresas y la administración estaban
adentro celebrando su particular fiesta. Afuera los agricultores y ganaderos
reclamaban un precio justo para sus productos, pero una vez más ambos mundos
estaban separados por un infranqueable muro.

 

  • José Antonio
    Turrado es secretario general de ASAJA de Castilla y León

León a 21 de marzo
de 2003