Ayer mismo este periódico publicaba un reportaje sobe la titularidad compartida en las explotaciones agroganaderas de la provincia.
Titularidad compartida
Ayer mismo este periódico publicaba un reportaje sobe la titularidad compartida en las explotaciones agroganaderas de la provincia. Cuando hablamos de titularidad compartida nos referimos a explotaciones en las que ambos cónyuges, que son agricultores, acuerdan ampararse en una Ley que lleva ese mismo nombre, por la que la titularidad de todos los medios de producción es de ambos, y se gestiona a través de un nuevo código de identificación fiscal, a modo de como se gestionan las sociedades. El legislador, bajo gobierno del PSOE, trató de dar satisfacción a quienes además de ser dueños del negocio, quieren parecerlo, cuestión que me resulta lógica, aunque no determinante. Porque, con titularidad compartida o sin ella, los matrimonio de agricultores, mayoritariamente en régimen de gananciales, son dueños a partes iguales de los medios de producción y de la rentabilidad obtenida, y nadie impide que a efectos administrativos el titular sea el marido – lo habitual hasta ahora-, o sea la esposa – menos habitual pero igualmente posible-. Y si nos referimos a la toma de decisiones, no creo que la Ley de Titularidad Compartida consiga consensuar decisiones a matrimonios que no son capaces de ponerse de acuerdo para decidir de qué se siembra cada año cada una de las parcelas. Así las cosas, cuando alguien analiza el número de titularidades compartidas y llega a la conclusión de que son pocas, caben varias reflexiones: que no esté suficientemente explicada, cosa que dudo; que no tenga suficientes incentivos, lo dudo también; que suponga una mayor carga burocrática y por ello un obstáculo, cuestión que afirmo; o que quizás para la mayoría de nuestros agricultores y agricultoras resulte innecesaria, algo que se me antoja determinante. Antes del gobierno de Zapatero, mis padres se jubilaron después de toda una vida de agricultores, y puedo asegurar que la explotación era compartida a partes iguales en la toma de decisiones, en el trabajo, en la gestión, en los disgustos y desvelos, en las satisfacciones cuando las había, y por supuesto ambos sacaban dinero de la cartilla del banco sin el permiso expreso del otro.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 14 de octubre de 2016