No me he tomado la molestia de contar cuántos años he colaborado en las páginas de opinión de La Crónica, pero sé que son varios y por lo tanto he entregado puntualmente algún centenar de artículos sobre asuntos variados, casi siempre bajo el denominador común de la defensa del sector agrario y del medio rural de nuestra provincia.
TIEMPO DE DESPEDIDAS
No me he tomado la molestia de contar cuántos años he colaborado en las páginas de opinión de La Crónica, pero sé que son varios y por lo tanto he entregado puntualmente algún centenar de artículos sobre asuntos variados, casi siempre bajo el denominador común de la defensa del sector agrario y del medio rural de nuestra provincia. Que nadie me lo agradezca, al contrario, he disfrutado con cada línea que he escrito y me he considerado un privilegiado al poder opinar en un diario provincial sin más limitación que el espacio tasado de dos mil trescientos caracteres. Difícilmente el campo, sector al que cualquiera que me haya leído me asocia, podrá tener a partir de ahora un espacio similar para conectar con la sociedad leonesa. Por eso, en nombre también de las gentes del campo, al menos de esa mayoría que formamos la familia de ASAJA, tengo que agradecer la labor de La Crónica, y la agradezco por esto y por el compromiso que el periódico siempre tuvo con las comarcas, con los pueblos, con el medio rural, con la vida cotidiana de nuestras gentes del campo.
La nota que me han enviado desde la redacción del periódico anunciando el cierre para el día 31, y por tanto prescindiendo de mis servicios, es un cese en toda regla que ya me gustaría se hubiese producido por otros motivos. Porque el drama real, además de para los lectores, es el de las familias de los profesionales que trabajan en La Crónica y que el uno de agosto ya no tendrán un centro de trabajo ni una nómica que llevarse a casa. Y no se lo merecen, porque han sido trabajadores y periodistas ejemplares, comprometidos con el medio, con la profesión, con la provincia y con los valores de informar de una forma plural. Supongo que el empresario es responsable de mucho de lo que ha pasado, que no ha tomado a tiempo decisiones que debería de haber tomado cuando en una empresa se tuerce la cuenta de resultados, que quizás nunca tuvo vocación de empresario de la comunicación, y hasta pienso que pudo haber preferido dejar morir el periódico antes de verlo caer en otras manos. Espero, como mínimo, que los gestores sean unos caballeros al despedirse de los empleados, y espero que alguien ponga a buen recaudo la hemeroteca y todo el archivo de estos casi treinta años del periódico, porque eso, al menos eso, es patrimonio de todos.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 26 de julio de 2013.