Si todavía quedan leoneses que piensan que la cosecha se hace en los meses de julio y agosto, es que están reviviendo la agricultura que se hacía en otros tiempos.
Tiempo de cosecha
Si todavía quedan leoneses que piensan que la cosecha se hace en los meses de julio y agosto, es que están reviviendo la agricultura que se hacía en otros tiempos. Y siendo verdad que en esos meses seguimos cosechando nuestros campos de cereal, y así seguirá siendo, no es menos cierto que en las últimas décadas se ha producido un cambio de cultivos que nos lleva la mayor parte de la recolección a los meses de finales de otoño e invierno. Por eso podemos decir que estos días estamos comenzando la cosecha, porque estamos trabajando en la recolección del maíz y en la de la remolacha, dos cultivos que en años normales se acercan a una ocupación de ochenta mil hectáreas, y que generan un valor en el sector primario de ciento setenta millones de euros. El fruto del trabajo de todo un año, en el campo de nuestra provincia, se recoge mayoritariamente en invierno, unos meses que habitualmente eran de menor actividad en las labores agrícolas. Estos trabajos están mecanizados, se hacen con maquinaria capaz de desarrollar altos rendimientos, y en la mayoría de los casos se encargan a empresas de servicios, así que por lo general no representa un excesivo trabajo y ocupación para nuestros profesionales del campo. El problema agronómico surge cuando el tiempo se tuerce y no se pueden hacer las labores, algo habitual con los crudos inviernos leoneses, y el problema económico lo tenemos cuando los mercados no remuneran el producto en su justa media, que es también muy frecuente. Este año, por ahora, la climatología no está entorpeciendo estos arranques de cosecha, los rendimientos son francamente escasos por las dificultades que hubo en el momento de las siembras, y los precios en estos mercados tan globalizados no pagan los elevados costes de producir. Estos cambios que se han producido en nuestra agricultura, de la mano de los regadíos modernizados, son cambios positivos que contribuyen a una modernización del campo, a una mayor competitividad, y que representan un aliciente para generaciones futuras.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 18 de noviembre de 2016.