Sin cuestionar el derecho a la propiedad, hay propiedades con las que el dueño no debe de poder hacer lo que quiera, y en todo caso esa libertad ha de limitarse cuando se ejerce perjudicando los intereses de los demás. Viene esto a cuento de las miles de fincas rústicas en estado de abandono que hay en la comarca agrícola del Bierzo, cuyos propietarios no las explotan, ni las dan a cultivar a otros, y las dejan que se llenen de maleza, de malas hierbas y de vegetación arbustiva de todo tipo. Las fincas rústicas, además de un componente económico, deben de tener también un componente social, y sin compartir la máxima comunista de que la tierra ha de ser para quien la trabaja, sí comparto que la tierra ha de ser para trabajarla. Estas fincas abandonadas en El Bierzo, además de no generar ningún tipo de recurso económico, que ya de por sí es un despilfarro difícil de entender, causan enormes perjuicios a los colindantes reduciendo la producción en una amplia franja de terreno y sobre todo son un reservorio de plagas y enfermedades, entre otras de la plaga de conejos que están trayendo de cabeza a viticultores y fruticultores. Las Cortes de Castilla y León, a propuesta del Ejecutivo, aprobaron en la pasada legislatura la Ley Agraria de Castilla y León, y esta recoge en su articulado lo que se entiende por “suelo agrario infrautilizado”, y las consecuencias que ello puede tener para el propietario si la administración le requiere. Una actuación legal tímida desde mi punto de vista, pero importante sin duda alguna. En este sentido, un alcalde Popular en la comarca, ha anunciado en rueda de prensa su decisión de perseguir y sancionar a los dueños de terrenos rústicos abandonados, aunque habrá que ver si la declaración tiene algún recorrido más allá del acaloramiento del momento. La plaga de conejos y otras muchas razones aconsejan un serio amonestamiento a los dueños de fincas abandonadas en El Bierzo, otra cosa es que los ayuntamientos y la Junta crean que eso le beneficia o le perjudica electoralmente.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 3 de marzo de 2018.