Entre las condiciones impuestas por Europa a la banca rescatada, se encuentra la de reducir el número de sucursales y empleados.
SUCURSALES BANCARIAS EN EL MEDIO RURAL
Entre las condiciones impuestas por Europa a la banca rescatada, se encuentra la de reducir el número de sucursales y empleados. El resto de condiciones, seguramente de más calado desde el punto de vista económico, como son derivar los activos tóxicos al banco malo o vender sus participadas, no tienen la misma transcendencia cuando lo vemos desde la calle, cuando lo analizamos quienes simplemente somos ciudadanos a la vez que clientes de sus servicios. Es verdad que antes de soltar Bruselas el dinero del rescate a la banca española, ya había señales suficientes de que los tiros irían por reducir oficinas y adelgazar unas plantillas para las que por ahora no hay mucho trabajo, pues si no hay crédito, ya me dirán a qué hay que ir a la sucursal de la entidad. Y en este contexto, ahora que todo esto se mueve por desbandada, que las autoridades financieras españolas han perdido toda su soberanía y que estamos en manos del Banco Central Europeo y del ECOFIN, supongo que no habrá muchas voces que salgan en defensa de las oficinas que la banca, en particular la heredera de las extintas cajas de ahorro, tiene en el medio rural de la provincia de León. Unas oficinas, las del medio rural, que no tienen bienes adjudicados porque se han pagado los créditos, que no tienen problemas de liquidez porque han captado pasivo como banca minorista, que tienen fidelizados como nadie a los clientes, y a las que se le reconoce una labor social que trasciende incluso más allá de la que en su día se le reconocía a las Obras Sociales de esas mismas entidades. Porque las sucursales de la banca en el medio rural han sido siempre algo más que unas oficinas en las que se despachaban productos financieros, han sido un poco oficinas para todo gestionadas por personas a las que se conocía y con las que el cliente mantenía una relación de amistad.
Una de esas entidades con problemas a la que se le acosa para que cierre sucursales, es Caixa Galicia, entidad que, por haber adquirido en su día Caja Rural de León atesora, junto a Caja España, la mayoría de los establecimientos financieros que se ubican en nuestros pueblos. Ambas entidades, posiblemente por razones distintas y en momentos diferentes, se irán marchando lentamente de nuestros pueblos y el medio rural perderá un servicio más sin que quién tiene que hacerlo dé la voz de alarma.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 30 de noviembre de 2012.