Desde que Loyola de Palacio dejó el Ministerio de Agricultura, no hay un titular de esta cartera que no se enfrente a la Comisión y en particular al comisario Fischler. Eso lo sabe bien el actual ministro Arias Cañete, que por elevación se sumó de inmediato a las críticas de las organizaciones agrarias contra la reforma de la PAC, que se presentó al Parlamento Europeo hace ahora un año.
Opinión
SI ARIAS CAÑETE FRACASA,
TENDRÁ QUE DIMITIR
José Antonio Turrado*
Desde que Loyola de Palacio dejó el Ministerio de Agricultura, no hay un titular de esta cartera que no se enfrente a la Comisión y en particular al comisario Fischler. Eso lo sabe bien el actual ministro Arias Cañete, que por elevación se sumó de inmediato a las críticas de las organizaciones agrarias contra la reforma de la PAC, que se presentó al Parlamento Europeo hace ahora un año. El ministro, y por extensión el Gobierno de España, ha utilizado los peores calificativos contra la reforma, a la cual considera muy negativa para nuestros intereses agrarios, y ha llegado a evaluar el impacto económico en pérdidas tan cuantiosas que cuestionarían la viabilidad del sector en amplias comarcas agrícolas de nuestro país. Ha hablado el ministro de cientos de miles de hectáreas que se abandonarían de la producción, y del cierre de decenas de miles de explotaciones ganaderas con el consiguiente deterioro de nuestros pueblos y del medio rural en general.
Poco o nada hemos reprochado a nuestro ministro en estos ya doce meses de debate sobre la reforma de la PAC. Lo hemos considerado nuestro aliado y él ha contado con nosotros para cargarse más de razón ante las autoridades europeas. La campaña electoral del Partido Popular, por otra parte, ha estado muy centrada en este aspecto con relación a las materias agroganaderas, a pesar de tratarse de unos comicios municipales y autonómicos. Y es verdad que la postura aparentemente firme del Gobierno de la nación y del partido político que lo sustenta, nos ha dado una cierta tranquilidad a los agricultores y ganaderos, y también al resto de la sociedad, que conoce el problema y tienen un criterio formado sobre el mismo.
Nuestro país no acepta el desacoplamiento de las ayudas, es decir, su desvinculación de la producción. No acepta la modulación, aunque aquí hay matices dependiendo de a quién se consulte, y así ASAJA se opone a una modulación que castiga al agricultor profesional. No se aceptan reformas en sectores concretos como es la OCM del sector lácteo o de forrajes desecados. Y no se acepta el tratamiento que se da al desarrollo rural, por citar los aspectos en principio más importantes. Todo es muy negativo, ha venido a decir nuestro ministro, lectura que nosotros compartimos, y casi ha llegado a correr por los pueblos de nuestra España la consigna del «no pasarán».
¿Y ahora qué?, me pregunto yo. Los acontecimientos parecen precipitarse y si nadie lo remedia a finales de este mes de junio las propuestas legislativas de la reforma de la PAC estarán aprobadas y publicadas en el Boletín Oficial. No dudo yo hoy de la capacidad del ministro para conseguir una buena negociación, ni de la del presidente del Gobierno que, sin duda, para asunto tan importante tendrá que echarle una mano. Ni dudo de la voluntad de los candidatos del partido del Gobierno, ahora con cargos municipales o autonómicos de responsabilidad, para cumplir con una promesa que aunque no les correspondiera hacer hicieron, y que no era otra que la de defendernos de unas propuestas que son claramente perjudiciales para nuestros intereses.
El ministro Arias Cañete tiene un difícil papel a partir de ahora. Las propuestas siguen siendo en síntesis las mismas, y todo parece indicar que Fischler va a salirse con la suya. Si el ministro no logra un buen acuerdo, o al menos un razonable acuerdo, habrá fracasado de forma estrepitosa, y estaría en la obligación de regresar de la reunión del Consejo con la dimisión puesta. Si por el contrario, y parece hoy lo menos improbable, se atenúa de forma considerable el impacto de la reforma en nuestra agricultura y ganadería, estaríamos ante el segundo ministro del gabinete de Aznar que le habría parado los pies a Fischler y de paso se habría convertido en un populista llamado a ocupar responsabilidades futuras.
Suerte, señor ministro. Hoy todavía estamos de su parte; a finales de mes será lo que usted quiera. Pero se juega algo más que el reconocimiento del sector: usted se juega la defensa de los intereses de una parte importante de España.
León , 5 de junio de 2003
José Antonio Turrado Fernández
Secretario General de ASAJA de Castilla y León