La feria caballar de San Andrés, en León capital, ha sido históricamente unos de los acontecimientos ganaderos más importantes dentro y fuera de la provincia, y por supuesto referencia en los mercados del equino de carne.
SAN ANDRÉS SIN CABALLOS
La feria caballar de San Andrés, en León capital, ha sido históricamente unos de los acontecimientos ganaderos más importantes dentro y fuera de la provincia, y por supuesto referencia en los mercados del equino de carne. El auge que ha experimentado la cría caballar en León, en los últimos años, de la mano de la raza Hispano Bretón, y de unos ganaderos más organizados y profesionales que hasta han podido aprovechar alguna ayuda de la PAC, no ha servido para dar impulso a una feria que en sus orígenes concentraba a los animales de tiro que se empleaban en el transporte, en el campo y en las minas.
En los últimos años se daban cita en la feria los ganaderos que ponen en venta sus potros que después se rematan en cebaderos industriales antes de ir al matadero y destinar su carne al consumo en fresco y productos derivados. Y se daban citas los compradores, tratantes o intermediarios que son figura necesaria en este mercado que todavía se rige por viejos métodos y costumbres. Pero además, en la feria de San Andrés del 30 de noviembre, en el Mercado de Ganados de León, coincidimos quienes tenemos intereses agroganaderos, quienes los tuvieron y ahora están jubilados, amantes del mundo del caballo y de las tradiciones y costumbres rurales, y muchos curiosos.
Para todos, el certamen del pasado sábado día 30 fue una absoluta decepción. Para empezar, y a diferencia con la cita de años anteriores, la feria se abrió el sábado en vez de hacerlo el día anterior, y no se permitió la entrada de ganado hasta las 8 de la mañana, una hora muy propia de funcionarios pero que nada tiene que ver con el negocio . Entre otras razones, por esa, la mayoría de los ganaderos no acudieron con sus potros, y aquel recito estuvo toda la jornada absolutamente desangelado. Las estrictas normas sobre transporte de animales están poniendo también fecha de caducidad a estos certámenes. Y por si fuera poco, hay una leyenda urbana de que los del Seprona y algún inspector de Hacienda se suele dar una vuelta por el recinto por si pillan cacho.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 6 de diciembre de 2013.