Viniendo de mi pueblo un domingo por la tarde con el maletero del coche cargado de productos de la huerta, me topé por la carretera con un vehículo que tenía el portón trasero rotulado con la frase “salvemos los  huertos”. Desconozco el motivo de esa reivindicación y quizá conociéndola en detalle no la comparta, pero ante ese mensaje, a simple vista, lo primero que uno piensa es si los huertos están en peligro, y lo segundo, qué puedo hacer yo para sacarlos de esa situación. En eso estuve reflexionando hasta entrar en la capital, y seguramente por la noche hasta conciliar el sueño, y la conclusión es que los huertos sí están en peligro. Los huertos no están en aumento, más bien al contrario, y cuando su dueño fallece o deja de poder atenderlo, es difícil encontrar un relevo dentro o fuera de la familia. Salvar los huertos es conseguir que la administración hidráulica no sancione por sacar agua de pozos en situación alegal y que autorice alumbramientos de  caudales necesarios sin tanto trámite y papeleo tanto de aguas subterráneas como superficiales. Salvar los huertos es poner a raya a la fauna salvaje para que las poblaciones de jabalíes y otras especies de mamíferos y aves no arrasen con plantaciones y sembrados como está ocurriendo en estos momentos. Salvar los huertos es dejar que cada cual plante lo que necesite y lo cuide como estime oportuno sin exigir un carné para manipular los fitosanitarios y dificultar hasta el extremo la compra de estos principios activos que combaten malas hierbas, plagas y enfermedades. Salvar los huertos es educar a nuestros hijos para que aprecien y consuman lo que sus abuelos cultivan en ellos  y no que prefieran lo que se compra embotado en los supermercados. Salvar los huertos es apoyar políticas que hagan atractiva la vida en los pueblos de la gente mayor, que es la que tiene interés en ellos, y que prolonguen su estancia al menos medio año. Salvar el huerto es que el médico te lo recete, sin duda “buena medicina” para el cuerpo por el ejercicio que supone, y para la mente  por hacer pensar en lo bueno de la vida.

*Artículo de opinión de  José Antonio Turrado publicado en La  Nueva Crónica del viernes 09-09-2022.