A principios de los años ochenta comenzaron a instalarse aparatos de radio en los tractores y era eso lo que más llamaba la atención de los ciudadanos ajenos a la profesión. Aparatos de valor insignificante con relación al del tractor, pero de gran simbolismo, pues se entendía como la llegada de la comodidad y hasta del lujo, a un sector que siempre había sido austero y sacrificado al extremo, o esclavo como se decía en mí pueblo. En los años noventa lo que se comentaba es que los tractores tenían aire acondicionado, y los entendidos añadían lo de insonorizados, cabina suspendida y asientos ergonómicos. Pues bien, ahora lo que se comenta en los pueblos, y en ciudades como León que es un pueblo grande, es que los agricultores riegan con el teléfono móvil. Esta realidad, la de regar con el móvil, la aprovechan como crítica quienes no se alegran del progreso agrario, quienes sienten envidia insana de los que se quedaron labrando en el campo, y la aprovecha también algún agricultor, que los hay, para presumir en exceso de algo tan legítimo como mejorar en la vida. La tecnología llegó al campo hace medio siglo y llegó para quedarse, llegó para mejorar las producciones, para mejorar la calidad de vida de los agricultores, y llegó para sustituir una mano de obra que deja de ser competitiva cuando se puede sustituir por máquinas. Pero para que esta tecnología funcione, para que de verdad se pueda regar con el móvil, hay que hacer elevadísimas inversiones, hay que tener unos conocimientos y destreza básicos, tiene que gustarte la profesión, y tienes que estar allí viendo crecer las plantas. Hacer agricultura desde las playas de Gijón o desde el sofá de casa, todavía no es posible, y espero que no lo sea nunca, porque eso sería como admitir que no van a ser necesarios los agricultores. Y si no queremos que se tenga una imagen distorsionada de la realidad, tendremos que explicar en qué consiste eso de regar con el móvil, y hacerlo con rigor, no vaya a ser que se malinterprete, no vaya a ser que se entienda que para esto va a valer cualquiera.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 11 de agosto de 2023.