En los últimos años la provincia de León ha mejorado sustancialmente en instrumentos que crean un clima favorable para el desarrollo industrial y de servicios.
Polígonos industriales vacíos por culpa de la burocracia*
José Antonio Turrado
En los últimos años la provincia de León ha mejorado sustancialmente en instrumentos que crean un clima favorable para el desarrollo industrial y de servicios. Con una red de autovías – por desgracia algunas de peaje – mas o menos completa a excepción de algunas vergüenzas como la León- Valladolid, con un trazado de tren de alta velocidad que más pronto que tarde será también una realidad y con un aeropuerto que al menos tiene ya un carácter de regional, los empresarios de dentro y de fuera de la provincia tienen menos razones para no invertir en esta tierra.
Paralelo a ello, y siguiendo una política iniciada en su día por la Diputación, con más ganas quizás que medios, la Junta y el Gobierno central han impulsado polígonos industriales importantes no ya sólo en León capital y en Ponferrada, sino también en lo que podríamos llamar una amplia zona metropolitana y hasta en algunas cabeceras de comarca. Bienvenidas sean otras iniciativas públicas o privadas que se están gestando en localidades como Villamañán, Mansilla de las Mulas, Gordaliza del Pino, Toral de los Guzmanes, Villaquejida, o la reciente ejecución del polígono de La Bañeza. Tener suelo industrial con todos los servicios, bien comunicado, y a precio asequible, es el mejor reclamo para captar capitales que apuesten por crear puestos de trabajo en nuestra provincia.
Siendo todo esto cierto, me quiero centrar en las dificultades que se encuentra un empresario que ya ha elegido León como sede de sus negocios y que incluso ya ha adquirido un solar en cualquiera de los muchos polígonos industriales que tenemos en funcionamiento. No hace muchos días un alcalde de un pujante municipio, pujante a raíz de instalarse en él un polígono, anunciaba que decenas de empresarios tenían tramitada la solicitud de licencia de actividad en su municipio. Esta es precisamente la odisea, tramitar una licencia de actividad y esperar a tener todas las bendiciones para comenzar las obras.
Una vez que el empresario tiene redactado y visado su proyecto, con los anexos medioambientales y de prevención de riesgos, la primera ventanilla es el Ayuntamiento. En muchos pequeños municipios los medios son escasos, y en no pocas ocasiones la suerte depende de que te toque o no un funcionario competente y diligente, que los hay. Si es un pequeño municipio que utiliza los servicios del SAM en la Diputación, el expediente se remite sin desempaquetar, y toca esperar una respuesta que se demora varios meses. Para la mayoría de los proyectos, por no decir todos, es preceptivo el informe de la Comisión de Prevención Ambiental de la Junta, donde se amontonan decenas y decenas de expedientes de toda la provincia, algunos con estudio de impacto ambiental, que requieren un análisis y seguimiento exhaustivos. En resumen, que esas decenas de expedientes que se han presentado en Villadangos del Páramo y los que se han presentado en La Bañeza, en Onzonilla, en Ponferrada, en Valderrey, en Astorga, o en cualquier ayuntamiento de la provincia, tenga o no polígono industrial, deambulan por los despachos una media de año y medio desde que se registra la entrada en el ayuntamiento hasta que se otorga la licencia de obra. Sé que hay casos que se resuelven antes, pero también otros que se resuelven después, y hay casos también que se miran con más simpatías políticas y salvan mejor los obstáculos, dependiendo de quién sea el que los presenta.
Total, que cuando se inaugura un polígono industrial, y aparece un empresario con ideas y dinero para invertir, se tardará todavía un año y medio en ver las grúas trabajando. Esto es una barbaridad que no se puede consentir, pues no nos jugamos solamente el dinero del empresario, que ya de por sí es importante, nos jugamos los puestos de trabajo, nos jugamos la generación de riqueza y bienestar, nos jugamos la competitividad, y nos jugamos la credibilidad en las instituciones.
Con un pequeño esfuerzo de la Administración poniendo más medios humanos y materiales, con una nueva mentalidad de servicio al ciudadano, se podría acortar al menos en la mitad el tiempo muerto que va desde que apuesta por el proyecto empresarial hasta que se comienza a generar actividad. Si todos esos proyectos que están parados en nuestra provincia esperando que «lleguen los papeles» se pusieran en marcha, los polígonos industriales cambiarían su fisionomía, y donde ahora vemos unas parcelas de impecables figuras geométricas, veríamos naves industriales y chimeneas. Y lo que es más importante, dentro de esas naves se estaría produciendo, compitiendo con otras regiones del mundo, y sobre todo se estarían ocupando puestos de trabajo en una provincia que tanto lo necesita.
Los amigos de la burocracia dirán que todos los trámites son necesarios, y que los medios no permiten ir más deprisa, pero quizás haya burocracia sobrada, y estoy también seguro que se puede ser más eficientes gestionando. Algún candidato a alcalde a lo mejor hasta lo promete en su programa para los próximos comicios.
*publicado en Tribuna de La Crónica El Mundo el 23 de julio 2006