La sentencia de los tribunales que retiró al Estado de la gestión del Patronato del Parque Nacional de Picos de Europa, para entregar la competencia a las tres comunidades autónomas implicadas, ha supuesto un regalo envenenado.
Picos de Europa
La sentencia de los tribunales que retiró al Estado de la gestión del Patronato del Parque Nacional de Picos de Europa, para entregar la competencia a las tres comunidades autónomas implicadas, ha supuesto un regalo envenenado. Es evidente que entenderse con el gobierno autónomo de al lado es difícil, cuanto más entenderse entre tres gobiernos con intereses diferentes, y lo que quizás sea peor, con ideologías políticas distintas, como está ocurriendo en la actualidad. Gobernar por consenso de tres administraciones supone no tomar decisiones relevantes, supone limitarse a gestionar el día a día, supone hacer cosas sin trascendencia, dilatar los plazos, no comprometerse, y estar permanentemente al albur de los acontecimientos electorales. Incluso supongo que saltan chispas ante discrepancias de concepto como es la visión de la caza en la zona de influencia del Parque, autorizada en la vertiente leonesa y prohibida en la asturiana y la cántabra. La gestión que se viene llevando a cabo en Picos de Europa es algo así como un gobierno coral que ya quisieron poner en práctica los independentistas catalanes no hace tanto tiempo, y que cuando lo contaron nos pareció a casi todos un disparate. Pues eso, la gestión de Picos de Europa es un disparate que pronto o tarde hay que corregir, algo de lo que al parecer ya se han dado cuenta los responsables políticos de las tres autonomías, y así lo habrían contado en la sesión de dicho Patronato celebrada el pasado lunes en la capital leonesa. La gobernabilidad de Picos de Europa es importante porque se reparte presupuesto para obra pública en la conservación y puesta en valor de esta figura medioambiental, es importante porque Picos de Europa es o debe de ser una puerta al turismo rural en la provincia de León, y porque los vecinos de Valdeón y Sajambre se merecen compensaciones por las muchas limitaciones que, en su vida profesional y cotidiana, le imponen las normas del Parque. Quizás lo que tuviera más sentido fuera devolver la competencia al Estado.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 24 de marzo de 2017