Paso a los jóvenes
La necesaria brevedad en el título de esta columna de opinión me obliga a reflejar justo lo contrario de lo que quiero resaltar: no se está permitiendo asumir responsabilidades a los jóvenes que llegan a las organizaciones del sector agrario.
Paso a los jóvenes
La necesaria brevedad en el título de esta columna de opinión me obliga a reflejar justo lo contrario de lo que quiero resaltar: no se está permitiendo asumir responsabilidades a los jóvenes que llegan a las organizaciones del sector agrario. El último ejemplo lo tenemos en la renovación de los cargos de las comunidades de regantes, donde lejos de tirar de cantera, se optar por personas que, cumpliendo los requisitos legales para la elegibilidad – mejor fuera-, ya no son agricultores en activo, o cuando menos, compatibilizan la actividad agraria con la percepción de una pensión de jubilación. A veces somos tan poco coherentes que esta misma situación la criticamos cuando es un funcionario el que se reengancha hasta los setenta años, mientras que el propio sector agrario propicia con sus votos que le representen en las organizaciones personas de mucha más edad. Mi reflexión no es en contra de quienes ejercen labores de representación agraria más allá de la edad de jubilación, es en contra de quienes no permiten, o si se quiere no propician, que sean los jóvenes los que tomen el relevo de organizaciones en las que se decide su presente y su futuro. No vale decir que no hay jóvenes en el campo, porque no es cierto, y no sirve decir que los jóvenes no quieren asumir responsabilidades, que no quieren trabajar por el bien común, porque dicho así, no es cierto tampoco. Quienes estamos al frente de organizaciones del sector agrario tenemos la obligación, además de gestionar bien mientras estemos en los cargos, propiciar el relevo por los mejores cuando llegue el momento, un relevo que necesariamente ha de ser democrático, y en el que debe de implicarse el mayor número posible de socios o comuneros. Bastante envejecido tenemos al sector primario de la agricultura y la ganadería para que encima sean los octogenarios los que nos representen ante las instituciones, los que digan cuándo y cómo regamos nuestras tierras, lo que digan qué es lo que nos interesa y qué es lo que nos perjudica de la política agraria comunitaria.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 15 de septiembre de 2017