Quizás la primera lección que se aprende en política, en la política de partidos, que es la previa a la política de las instituciones, es que para ascender hay que rendir culto al líder. Culto es algo más que valorar, reconocer, apreciar y apoyar, porque también es adular hasta la extenuación aún a riesgo de excederte y perjudicar al adulado al hacerle creer de si mismo lo que no es. La estructura de partidos políticos, imprescindible para ejercer cargos de representación en las instituciones de nuestro país, donde además las listas electorales son cerradas a cal y canto, aleja cualquier posibilidad de tener opinión propia y expresarla, y sobre todo aleja cualquier posibilidad de crítica al líder o a la corriente mayoritaria. Siendo esto así, no se entiende la propuesta de Ciudadanos de pedir a los candidatos del PSOE que renieguen de su líder Pedro Sánchez, y de sus políticas, como condición imprescindible para negociar pactos electorales, y en particular la presidencia de la Junta de Castilla y León. Más absurdo cuando la persona de la que habría que renegar es el presidente del Gobierno de España, y más absurdo cuando dirige el partido que ha ganado las elecciones en los cuatro procesos electorales que hemos vivido en los dos últimos meses. Pienso yo que el partido Ciudadanos es muy libre de pactar con quién quiera y dar el gobierno de las distintas instituciones a quién considere conveniente, y que si alguien tiene derecho a opinar serán sus militantes y como mucho sus votantes, y para tomar esa decisión legítima, no se necesita dar rodeos y hacerse los estupendos. Si lo que se pretende para el futuro de la vida política es dotar de autonomía a las estructuras territoriales de los partidos, con el derecho incluso a renegar del líder y de sus directrices políticas, bien lo veo, pero que empiecen por imponer la norma en su propia casa. Porque, lo mires como lo mires, Ciudadanos ha copiado la estructura de los grandes partidos nacionales, y hoy lo que le falta, para ser grande como ellos, es eso, crecer.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 31 de mayo de 2019.