Me comentaba reciénteme un alcalde de pueblo, del Partido Popular, su indignación ante los sucesivos anuncios de la UPL de las subvenciones que está consiguiendo, tanto en Diputación como en la Junta, para pueblos con alcalde de esa formación política. Razón tiene porque, independientemente de que esos municipios se merezcan todos esos apoyos y más, no deja buen cuerpo saber que la decisión se ha tomado por la puerta de atrás a cambio de favores políticos, a cambio de que no dé demasiada guerra un diputado o procurador en Cortes del partido minoritario de oposición. Es una postura cómoda la de un Juan Vicente Herrera, en franca retirada, atemperar a la UPL con un puñado de obras, subvenciones o inversiones de otro tipo, como lo es la de Juan Martínez Majo, que sin necesitarlo para las mayorías necesarias, hace lo posible por llevarse bien con un vecino que puede serle incómodo. Todo esto parece un banco de pruebas ante un futuro en el que de verdad puede haber partidos bisagra tanto en Valladolid como en la Diputación, a los que haya que contentar con un reparto asimétrico en los presupuestos o en las ofertas públicas de empleo. Claro que si el procurador y el diputado de la UPL, siguen pregonando por los pueblos los éxitos de sus mordidas al presupuesto público, haciendo valer el peso de una minoría, que a nadie extrañe después que dentro de un año muchos cargos públicos municipales del PP se replanteen otras opciones quizás más fructíferas para los intereses de los vecinos que le votan. Porque visto lo visto, quizás sea más inteligente jugar a ser partido bisagra por Podemos, UPL o Ciudadanos, que apostar por los dos grandes partidos que cuando gobiernan se deshacen en cariño a los de fuera y maltratan a los suyos. Es degradante para algunos que la UPL presuma de influir en los presupuestos de la Junta, con un solo procurador, y que todo el grupo de procuradores del PP o del PSOE, en la provincia, se tengan que conformar con votar lo que le dicen sus partidos sin poder mover una coma.