Supongo que la Lonja de León es desconocida para la inmensa mayoría de los leoneses que no se dedican a cosas del campo, pero por el contrario quizás sea la organización que está más en la mente de los agricultores, por encima de cualquier organismo administrativo y por encima de las organizaciones profesionales más representativas. Se ha visto estas semanas cuando más de cuatro mil productores de maíz de la provincia han estado pendientes de que se fijaran cotizaciones en el arranque de la nueva cosecha, y se vio hace un mes cuando los productores de alubias hicieron lo propio a la hora de proceder a la venta del producto. Esto no quiere decir que sus decisiones, adoptadas por el consenso de la representación agrícola y la representación de los comerciantes, no estén sujetas a la crítica de quién siempre quiere que lo suyo valga más de lo que vale y no repara a la hora de encontrar culpables de sus desdichas. En los trece años que lleva de actividad ininterrumpida, con escasos apoyos institucionales y algunas zancadillas de maliciosos de dentro y fuera del sector, hoy la Lonja Agropecuaria es un estamento valorado y respetado por el comercio de los cereales y otros productos agropecuarios dentro y fuera de la provincia, y tiene suficiente solidez como para aguantar incluso el envite que se le ha pegado desde una institución como la Diputación provincial. Y es que en el campo ya no podemos apelar a la innata indefensión, porque aún jugando con desventaja, hoy tenemos entre nuestras filas a agricultores y ganaderos suficientemente formados, informados, capaces e independientes, como para representarnos y defendernos ante un sector agroindustrial más unido y con mejores medios. La Lonja Agropecuaria no fija precios, su papel es reflejar la realidad del mercado en el ámbito de la provincia, constatar cuál ha sido el precio medio en fechas inmediatamente anteriores a la sesión que se celebre, y si esto se hace bien es más que suficiente, y los más beneficiados son los más pequeños, los que antes se informaban en el bar y les engañaban.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 16 de octubre de 2020.