El pasado miércoles este periódico alertaba del peligro que corre una de las muchas figuras de calidad alimentaria que existen en la provincia, de ellas la mayoría en El Bierzo. El peligro no es por acontecimientos recientes, viene de lejos, pero hay noticias que por lo general se ocultan, y respecto a este tema de las figuras de calidad, lo único que trasciende a la opinión pública son las presuntas bondades que interesa contar a los gestores de la denominación, a algún industrial involucrado, y a los políticos de todo signo y condición. Cierto que la denominación de calidad del pimiento del bierzo está en peligro, como lo está la del de Fresno de la Vega, o la de la alubia de La Bañeza, o la de la cereza del Bierzo, u otras que me reservo para no herir a los más susceptibles. Crear figuras de calidad alimentaria es relativamente fácil y mantener la gestión administrativa de esas figuras de calidad más todavía si se cuenta con generosas subvenciones públicas, como por lo general es el caso. Lo que ya no es fácil es conseguir que la figura de calidad tenga tirón para que aumente la producción agrícola o ganadera, que el productor se vea más remunerado que si vende fuera de la figura de calidad, y que al industrial le reporte, además de más prestigio, más ingresos y mejor posicionamiento en los mercados. Necesitamos figuras de calidad que además de servir para fardar sirvan para aumentar la producción, para incorporar jóvenes al campo, para generar más actividad industrial y consecuencia de ello más empleo. Necesitamos figuras de calidad que no defrauden en lo que el consumidor espera de ellas, y que consecuencia de ello sean también un revulsivo, además de para el campo, para el turismo rural. En El Bierzo no hay pimientos porque el industrial no los paga debidamente, porque no hay un regadío modernizado, porque las explotaciones no están bien dimensionadas, porque cuesta encontrar mano de obra, y porque quizás haya otras formas de vida más cómoda. Las denominaciones de calidad no son un fin, son un medio, pero no todo el mundo lo entiende así.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 30 de septiembre de 2022.