Que conste que no está en mí ánimo criticar la iniciativa del ayuntamiento de Valencia de Don Juan de incentivar la natalidad con un cheque bebé, ni de la inmensa mayoría de sus políticas que considero acertadas y a la vista están los resultados.
No es verdad que todos nacemos iguales
Que conste que no está en mí ánimo criticar la iniciativa del ayuntamiento de Valencia de Don Juan de incentivar la natalidad con un cheque bebé, ni de la inmensa mayoría de sus políticas que considero acertadas y a la vista están los resultados. Pero dicho esto, nadie dudará que es un ejemplo más de la descoordinación política entre las múltiples administraciones que nos gobiernan con competencias solapadas. Y es más, la presencia de la consejera de Cultura y Turismo, entregando los cheques a los padres de los recién nacidos, unos cheques que emitía el ayuntamiento de Valencia ejerciendo una de esas competencias llamadas impropias, ante la dejación de sus funciones de la Junta de Castilla y León, a la que representaba en el acto al Consejera, no deja de ser un sainete.
Pero vayamos al fondo de la cuestión. Como cada ayuntamiento puede hacer lo que le venga en gana con su presupuesto, sin más limitación -ahora, que no antes- que ajustarse al techo de gasto impuesto por el Estado, nos encontramos con medidas que pueden ocasionar desequilibrios en los territorios y donde casis siempre se producen sinergias a favor de los más grandes o los más poderosos. Porque no tengo claro que los ayuntamientos limítrofes con el de Valencia de Don Juan puedan permitirse una medida similar sin aumentar la presión impositiva a sus vecinos, y por lo tanto, se está corriendo el riesgo de que un joven matrimonio de la zona, por esta y otras razones, sopese vivir en la capital de la comarca en vez de en el pueblo donde están sus raíces y hasta su modo de vida. Y dije al principio que no todos nacemos iguales, porque estos niños agraciados con un cheque bebé ya nacieron con ventaja respecto a los de Matanza, por poner un ejemplo, tienen la opción de ir a una guardería, de ir después a un colegio sin desplazarse varios kilómetros en autobús y pudiendo comer en casa, podrán usar una biblioteca pública, ir a las piscinas en verano, tener un médico cerca, apuntarse a una actividad deportiva o cultural y hasta tener de vecinos a otros niños de su edad.
No es verdad que todos nacemos iguales y no es verdad que las administraciones trabajen para corregir desigualdades. La consejera Alicia García Rodríguez no dijo nada de los niños de los pueblos de al lado que no han nacido con un pan debajo del brazo.
Artículo de opinión de José Antonio Turrado para La Crónica del viernes 12 de julio de 2013.