En el editorial de este periódico, dedicado el pasado miércoles al sector agrario con motivo de la festividad de San Isidro Labrador, se vinculaba el éxito de las protestas agrarias a que certeramente se habían programado en vísperas a las elecciones europeas. Claramente ha sido así, y todos nos hemos sorprendido de un giro casi radical que ha dado la política agraria, en muy pocos meses, alejándose de planteamientos dogmáticos que la inspiraron en su última reforma hace tan solo dos o tres años. Podría pensarse, o piensan algunos, que las autoridades europeas, presionadas por las autoridades de los distintos estados miembros, cedieron ante el miedo de que los agricultores y ganaderos nos volviésemos antieuropeos y castigásemos con nuestro voto a los que hasta ahora nos han gobernado, como si el voto agrario todavía fuese decisivo como quizás lo fue en otro tiempo. Pues no, la burocracia europea no ha cedido por las protestas en calles y carreteras por llamativas que hayan sido, ni ha cedido por la dificultad de gobernar con un sector agrario excesivamente cabreado, ha cedido por miedo a la ultraderecha política. A nadie se le escapa que una parte importante del discurso de estas protestas es el discurso de la extrema derecha, y que son las formaciones de esta ideología las que más han empatizado con las revueltas en las calles, y lo que no quieren en Europa, lo que no quieren los dos grandes grupos políticos que se disputan la Eurocámara, es que el campo, en masa, se escore a partidos como el de Lepén en Francia o el de Abascal en España. Ha sido una visión política de gran calado, que atribuyo a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, la que ha llevado a cambios importantes en la actual PAC, aunque lo importante es que se ha abierto la puerta a otros que están por llegar, y se ha cerrado la puerta a esa deriva normativa que como sector nos estaba llevando al precipicio y que en pocos años nos terminaría cerrando la puerta de los mercados globales. Las grandes potencias agrarias mundiales estaban esperando nuestra caída.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 17 de mayo de 2024.