LIBRE DE BRUCELOSIS

La consejera de Agricultura y Ganadería ha anunciado, con gran satisfacción, que la Unión Europea ha declarado a Castilla y León como región libre de brucelosis en las especies de ovino y caprino

LIBRE DE BRUCELOSIS
 
La consejera de Agricultura y Ganadería ha anunciado, con gran satisfacción, que la Unión Europea  ha declarado a Castilla y León como región libre de brucelosis en las especies de ovino y caprino. Efectivamente la noticia es importante porque  oficializa una realidad como es que el esfuerzo de los ganaderos y de las autoridades en sanidad animal de la región, hayan conseguido acabar con una enfermedad que ocasionaba pérdidas económicas en las ganaderías, dificultaba el movimiento de animales y tenía una vertiente de contagio a las personas por tratarse de una zoonosis –fiebres de malta-.  Son unos resultados por los que casi nadie hubiéramos apostado hace tan solo dos décadas y a los que se ha llegado por el rigor de las campañas oficiales, el esfuerzo económico de las administraciones  y particulares, y por la profesionalidad del ganadero que, entendiendo el problema, ha colaborado para solucionarlo. Tampoco nos hubiéramos imaginado hace un par de décadas que al día de hoy las explotaciones ganaderas de ovino y caprino de leche tuvieran como tienen bajo control las infecciones que afectan a la glándula mamaria, a las ubres de las hembras en lactación, y que tan negativamente inciden en la calidad y cantidad de la leche que producen. Hoy la mayoría de los ganaderos de ovino y caprino  de leche de Castilla y León  luchan con éxito contra las enfermedades infecto contagiosas del rebaño, están consiguiendo altas producciones gracias también a la mejora genética, la alimentación y el manejo, y no tienen nada que envidiar en profesionalidad a sus colegas de otros países ni a los ganaderos más punteros de leche de vaca que siempre han ido unos pasos por delante.
 
Esta es la parte que corresponde al ganadero: producir alimentos de calidad siendo competitivo por alcanzar altos rendimientos al menor coste posible. Para esto es decisivo disponer de animales en un óptimo estado sanitario, algo que no es fácil y que nunca se asegura que permanezca en el tiempo. La otra parte, la que no controla el ganadero, es la de la comercialización de los productos, la de conseguir que lo producido se pague por lo que vale y no por lo que imponen las grandes superficies desde su posición dominante. Tenemos animales sanos y producimos alimentos de calidad, pero algo falla si el ganadero, trabajando, se está arruinando.
 
Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Crónica del viernes 15 de marzo de 2013.